DIECISIETE

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Bueno, ¿ahora qué? Después de cumplir con su trabajo de recepcionista el sábado, Yeonjun caminó a través de la multitud de la planta principal de Dark Heaven tratando de no buscar a Soobin.

No había aparecido el viernes. Chris, el Ejecutor de Soobin, les había puesto el collar tanto a él como a Felix. Yeonjun se había puesto nervioso, pero había sonreído con determinación y recordado que no podían fustigarlo sin el permiso de Soobin. Después de que el Ejecutor se fuera, Felix admitió que aquel Dom lo asustaba casi tanto como lo excitaba.

Debía estar loco. Que Chris te atrajera era lo mismo que si una polilla dijera: Hey, vamos a verificar esa impresionante hoguera.

Desafortunadamente Yeonjun había volado también demasiado cerca del fuego... Uno peligroso llamado Mi Señor.

Aquella noche Soobin había llegado tarde y cuando entró en el área de recepción, se había mostrado distante tanto emocional como físicamente. Yeonjun no se había dado cuenta de hasta qué punto Soobin había invadido su espacio personal hasta que dejó de hacerlo. Sus alas estaban definitivamente quemadas, y Yeonjun se había golpeado duramente contra el suelo.

Tomando una dolorosa bocanada de aire, Yeonjun observó a la gente que había a su alrededor. Una Dom llevaba sujetador de látex, una camiseta sin mangas de malla y pantalones de látex dentro de botas altas con cordones. Su sumisa llevaba solamente un vestido de malla.

La pasada semana Soobin había decidido que el vestuario era aburrido y había declarado el sábado como la noche de las transparencias o de las mallas. Aparentemente aquel tipo de cambios eran habituales y los miembros siempre examinaban el calendario del club en busca de sorpresas. Y para no faltar a la verdad, él joven debía admitir que algunas personas tenían un talento especial para disfrazarse con elegancia.

Queriendo tener buen aspecto, Yeonjun había comprado un top transparente y un bóxer de encaje negro con ligeros. Los Doms le habían lanzado evidentes miradas apreciativas.

Soobin ni siquiera se había dignado a echarle un vistazo. Aquello dolía. Idiota, te has encariñado. Había seguido un camino que había llegado a su fin y se sentía perdido e inseguro de cómo continuar. Se mordió el labio. Indudablemente había hecho algo mal cuando tuvieron sexo, ya que Soobin se había ido incluso antes de que Yeonjun tuviera fuerzas para mantenerse en pie.

El sonido de una discusión captó su atención. Vio a un Dom y a su pareja discutir sobre los flirteos de la sumisa.

Estoy aquí para observar. Nada más. Tomando notas mentales Yeonjun escogió una mesa cercana. Si no conseguía acabar la investigación, perdería su trabajo.

A su alrededor, la gente hablaba, reía, y bailaba música rock. Apoyó los brazos en la mesa y miró fijamente la veta de la madera. Si al menos hubiera acabado el proyecto, podría irse a casa y olvidarse del club. Pero era imposible. Tenía trabajo que hacer.

—¿Cómo estás, precioso? —Daehwi se sentó a su lado y le ofreció una lata de soda light—. Parece que necesitas esto.

De repente, los ojos del joven se llenaron de lágrimas.

—¡Oh mierda, no hagas eso! —Daehwi acercó su silla y le palmeó la mano desesperadamente—. Si el gran jefe piensa que te hice llorar, me entregará al Ejecutor y seré azotado sin piedad.

Yeonjun se las arregló para reírse.

—Perdón —¿Qué le pasaba? Rara vez lloraba y nunca en público. Pero hoy... Hoy sus emociones se sentían desgastadas hasta el punto de sangrar—. Soobin no se preocupará. No te alarmes.

SÍ, MI SEÑOR ❱ soojun/ʸᵉᵒⁿᵇⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora