Rhekan se encontraba delineando el centro de su espalda con los labios. Cortos y suaves besos que contrarrestaban la rudeza con la que lo había tomado horas atrás, cuando finalmente habían podido perderse de la marea de invitados para consumar su unión sagrada.
—Han transcurrido considerables lunas desde la última vez que no sentí mis piernas por causa de tu hombría —ronroneó Thabit contra el mullido almohadón perlado que sujetaba firmemente con sus brazos. Sentía todo su cuerpo pegajoso a causa de los fluidos compartidos y su cabello era un alboroto en todas las direcciones.
Rhekan sonrió sobre la piel de su espalda baja y mordisqueó con sus dientes.
—¿Estás insinuando que no he cumplido diligentemente como tu amante?
—Jamás me atrevería a decir tal vil mentira —gruñó contra la almohada, arqueando la espalda cuando Rhekan comenzó a mordisquearle los glúteos—. Solo estoy sorprendido porque últimamente en nuestras sábanas ha predominado el amor dulce y sensual, no la pasión salvaje que teníamos cuando comenzábamos a conocer nuestros cuerpos en compañía del otro.
—Tendremos el resto de nuestras vidas para profesarnos ambos.
—Por el resto de la mañana, sin embargo, solo deseo dormir en tu compañía.
Rhekan apretó el nacimiento de un muslo de Thabit y trepó en la cama, desplomándose a su lado y cruzándole la cintura con un brazo.
La cama estaba tibia y las sábanas tenían un aroma dulce predominando sobre el sudor con el que las habían empapado. Por los enormes ventanales entraban los rayos de la mañana y a lo lejos se escuchaba el eco de los invitados que aún festejaban en grande y que seguramente no partirían hasta que la comida y el vino hubiese cesado.
—¿Crees que Nene esté allá abajo?
—Imposible —se rió sintiendo la garganta seca. Como un felino al despertar, comenzó a estirar sus extremidades, sintiendo sus músculos deliciosamente adoloridos—. Seguramente se escapó en el momento en que lo perdimos de vista. No lo culpo, Lazar y Faris parecían empeñados en hostigarlo.
Rhekan se apoyó con un codo contra el lecho, sosteniendo su rostro contra los nudillos de su mano.
—¿Faris? Pensé que ya habría abandonado su capricho por Nene ahora que está comprometido.
—Hmmm... —tarareó sentándose. Las puntas de sus dedos arrastrándose sobre el frío y duro suelo—. No creo que sea tan sencillo.
Se colocó de pie y tras orinar en una vasija cercana a una de las ventanas, caminó hasta un depósito de agua perfumada donde lavó sus manos. Miró a Rhekan por sobre su hombro, su esposo tenía el ceño fruncido y la vista en el suave edredón que Thabit había bordado para estrenar su lecho matrimonial.
—Desearía poder burlarme de su amor no correspondido —dijo finalmente el general—, pero quizá si nunca te hubiese conocido yo habría tenido el mismo final.
—Lo mismo digo.
Rhekan estiró la espalda al oírlo.
—¿Tú, enamorado de Nethery? Siempre creí que lo de ustedes no era... Tú me dijiste que...
—No, me has entendido mal. —Negó con un movimiento de cabeza mientras tomaba una delgada bata de satín que reposaba sobre un biombo de madera tallada y papel—. Me refiero que habría pasado el resto de mi vida devoto solamente a él. Seguramente desechando cualquier posibilidad de contraer matrimonio.
Rhekan le dio una sonrisa sincera. Las esquinas de sus ojos plegándose con cuidado y el brillo de la mañana reflejándose en sus iris.
Thabit correspondió su sonrisa y cubrió su cuerpo con la bata, amarrando el cinto alrededor de sus caderas con un nudo flojo.
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DRAKÁN [DISPONIBLE EN FÍSICO]
Художественная прозаTras perder la guerra, Rhada, el último Drakán de la tribu de los dragones, fue tomado como botín y arrastrado bajo cadenas a los perfumados aposentos del caprichoso heredero del reino de Rosalles; Nethery Devhankur. Un enmascarado príncipe que olía...