Capítulo 4

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AUSTIN

Creo que en la vida amorosa duele más el casi algo, porque el casi algo te destroza con preguntas que ¿Y si jugo conmigo? ¿Qué pasaría si hubiéramos?

A veces me torturo haciendo esas preguntas, pero luego solo pienso que fui un insensible al enamorarme tan rápido de alguien como Elle Kavanagh, porque entonces veo a mi mejor amigo Alex quien tiene una historia que contar con ella y lo entiendo ¿Pero yo que tengo para contar?

Conocí a Elle Kavanagh porque le di uno de mis departamentos cuando salió de rehabilitación después de tres años, conozco su pasado porque leí su informe, fui parte de su vida por eso y porque le ofrecí un empleo en mi empresa porque me gusto y nunca he sido el hombre que se detiene a pensar y creí que ella podía ofrecerme algo.

Sabía que si regresaba a Los Ángeles después de su visita en Boston era porque la persona que amaba ya no la estaba esperando debía luchar por ella, ella me dio falsas esperanzas, me hizo creer que podía haber algo, la primera vez que nos besamos, fue la primera y última vez que nos acostamos, pero ese día el amor de su vida se estaba casando con otra.

Otro día ella me beso delante de él y yo de iluso creí que me había elegido, pero nuevamente nadie me elegí a mí.

Porque así ha sido siempre, hay muchas cosas que oculte en mi otra historia con ella, pero si algo puedo decir hoy voy a confesar lo siguiente.

Mi abuela no me escogió a mí.

Mi propia madre no me escogió.

Mi hermana no lo hizo.

Y mi mejor amigo mucho menos.

¿Qué me hacía pensar que esa mujer lo haría?

Así que no.

Elle Kavanagh tampoco lo hizo.

Y solo puedo pensar en que merezco ser elegido por alguien.

Me aleje de ella, porque estaba lo suficientemente dañado como para seguir dañándome por ella, sabía que en cualquier momento yo la vería y no era que lo evitara, solo estaba aplazando lo inesperado, porque tengo miedo de lo que mi corazón pueda llegar a sentir.

Porque uno puede decir que ya lo olvidaste, pero no lo sabes a ciencia cierta hasta tener a esa persona enfrente.

Mis ojos captan los de mi dulce hija Diane quien me sonríe grandemente, dirijo mi mirada hacia la de mi hijo Brian que me devuelve la sonrisa, entonces bajo mi vista un centímetro hacia Elle Kavanagh, la madre de mis hijos.

Dejo de respirar por un segundo y ella no parece mirarme, no es hasta que mi hijo el mayor le indica mi presencia y sus ojos grisáceos como los míos me miran.

Una de las razones por la que me gusto porque sus ojos y mis ojos eran una explosión.

Elle Kavanagh no es más aquella mujer joven de veinte tantos años, ahora es una mujer de más de treinta años con tres hijos y sigue siendo hermosa.

La examino de pies a cabezas y me doy cuenta que esta mujer nunca dejara de ser la diosa que es y no dejara de verse bien sin importar su edad o las circunstancias, su cuerpo esta con mas forma y sus curvas se exaltan por su ropa cómoda que trae, su cara bonita esta tan blanca y bien cuidada, sus ojos grisáceos llenos de lágrimas y su cabello negro y largo hasta su cintura.

Recuerdo que hace doce años ese cabello era un mundo de colores.

También veo su cuerpo lleno de tatuajes y miro el que nos hicimos en conjunto, el que yo me borre y reemplace por uno de un ave negra y el nombre de mis hijos, no quería que un tatuaje me uniera a ella, esa fue la razón por la que lo borre.

DECISIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora