DECISIONES

Capítulo 2

AUSTIN

Observo con fijeza la mirada de Mateo quien me mira fijamente, pero sin borrar su sonrisa divertida.

-¿Qué?- Cuestiono dejando de firmar los papeles enfrente de mí.

-¿Cuándo viene Diane?- Susurra.

Suelto un gran suspiro.

-¿Quieres que le diga a Brian que estas preguntando por Diane?

Lo veo pasar saliva y ahora soy yo el que sonríe divertido.

-Eres tan aburrido, papá.

No lo corrijo, me he acostumbrado a que muchos niños que no llegan a conseguir papas en el orfanato, se acostumbren a llamarme papá.

Aún recuerdo cuando llego al orfanato, era tímido, no hablo con nadie hasta decirle a Diane que era bonita, mi hijo posesivo se aseguró de mantener lejos de Diane a Mateo, pero Mateo no se ha dado por vencido coqueteándole a mi hija abiertamente.

Es una lástima que la vida de Mateo no haya sido elegida y ahora viva en uno de mis departamentos solo.

-Diane y Brian no vendrán hasta dentro de dos semanas. –Informo.

Bufa.

-¿Entonces no veré a mi Diane este fin de semana?

-No y Brian vendrá con ella- Le informo.

Sonríe negando hacia mí.

-¿Qué hay de que tienen que venir cada fin de semana?- Exclama.

-Pues esta vez disfrutaran de su mamá hasta que les toque venir.

El bufa cansado.

-Bien, iré a trabajar, te veo luego.

Asiento.

Se ha involucrado a hacer voluntariados en el orfanato y es de gran ayuda.

-Dile a mi secretaria que nadie me interrumpa- Murmuro.

Asiente saliendo de mi oficina.

Observo a mi izquierda la hoja que sobresale mostrándome el nombre en rojo.

CITATORIO SOBRE EL CASO DE LA MUERTE DE LOS SEÑORES CAMERON.

Despego mi mirada de este pasándome las manos por la cara, esto está matándome de nuevo, no puedo creer que después de casi 16 años me sigan jodiendo con lo mismo.

Que aun crean que yo los mate.

La puerta se abre de golpe y levanto la vista para ver a la persona que entra. Mi persona favorita en el mundo.

Alex Durand.

Un asesino de Boston.

Un empresario de las mejores botellas de vino.

Y mi mejor amigo.

¿Qué hace en los Ángeles?

Entra como alma en pena arrastrándose por la pereza, sus pies son perezosos y su cuerpo cae en el sofá cubriéndose la cara con el brazo.

No dice nada y no digo nada, solo permanecemos en silencio, lo examino con la mirada. No luce mal, es un maldito bastardo que jamás luce mal físicamente aunque este tan dañado mentalmente.

-¿Qué haces aquí?- Susurro.

-Porque quiero- Escupe con su tono de amargado.

Rio por lo bajo.

-¿Cómo veniste?- Cuestiono.

-Maneje hasta aquí.

-¿Mas que 10 horas en auto?- Susurro.