III

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La idea de tener un trabajo era buena, aunque no lo necesitaba realmente podía ocupar el tiempo libre que tenía y costear los materiales para sus experimentos de repostería. Dos pájaros de un tiro.

Atender mesas mientras sonreía sonaba como algo que podría hacer perfectamente, incluso con la falta de personal podía manejarlo todo con un poco de dificultad. Era en días ajetreados como ese en los que no podía parar ni un segundo, corría de un lado a otro mientras que luchaba por mantener el equilibrio con una bandeja llena de comida en sus manos, aunque faltaba poco para que su turno acabase, la joven con cabello (c/c) estaba dando todo de sí para lograr terminar.

Sin embargo, el trabajo estaba haciendo no parecía importar en lo absoluto, un impaciente cliente había comenzado a quejarse en voz alta desde su asiento cada vez en las que ella pasaba cerca. A pesar de ver que todo el lugar estaba lleno y que solo había tenido que esperar menos de cinco minutos continuaba vociferando sin cesar, como si su espera hubiese sido de más de una hora.

Con una sonrisa tensa, tratando de ser tan cordial como su trabajo se lo exigía, la joven mesera se puso frente a la mesa del molesto cliente.

- ¿Si señor? ¿En qué puedo ayudarle? - Preguntó en un tono de voz extremadamente dulce, esforzándose por no hacer una mueca ante el comportamiento grosero del hombre.

Él le miró de arriba a abajo, juzgando en silencio cada mínimo aspecto de la apariencia de la joven, no tardó en bufar y rodar los ojos con irritación.

- Ya era hora. - Comentó con los brazos cruzados y una ceja arqueada.- ¿A caso es esta la forma en la que tratan a un valioso cliente?

Ella inhaló y exhaló, contó hasta tres y de milagro logró calmarse lo suficiente como para hablar sin maldecir.

- Mis disculpas, como verá, estamos un poco cortos de personal...

- ¿Tengo cara de que me importa?- Interrumpió con un chasquido de lengua.- Has tu trabajo y tráeme un Cappuccino con extra espuma.

A regañadientes y tragándose el enojo que podía haberse construido en lo más superficial de su ser, anotó en su pequeña libreta el pedido.

- Enseguida vuelvo. - Anunció.

No había ni siquiera avanzando un metro cuando el cliente volvía a murmurar entre dientes comentarios obviamente ofensivos a la empleada.

- Maldita vaca idiota.

Ella, al igual que otros clientes, lo había oído fuerte y claro. Los dientes de la (c/c) rechinaron con furia, a pesar de que las ganas terribles que tenía de voltear y reventar la bandeja sobre la cabeza de ese hombre eran grandes simplemente debía de aguantarlo, si la despedían en su primera semana por agredir a un cliente estaba segura de que su madre se enojaría mucho.

Y no había nada más peligroso en el mundo que su madre enojada.

Tomando respiraciones profundas mientras que continuaba con su andar a la cocina.

Con un resoplido de enojo (__) pasó la nota con el pedido a su compañera encargada de la cocina. Ella la tomó y frunció el ceño mientras leía el pedido en un murmullo.

-  Un Cappuccino con extra espuma para...- Entrecerró los ojos para asegurarse de que todo estaba en orden.- ¿El Sr. Cara de culo?- Preguntó con una ceja arqueada.- ¿Por qué tanta agresividad?

Resoplando, la (c/c) hizo un puchero.

- Tiene cara de culo y habla pura mierda.- Dijo con disgusto.- ¿Crees que pueda romperle la nariz con la mesa y hacerlo pasar por un accidente?

Mientras que su compañera preparaba la bebida, se encogió de hombros.

- La jefa va a matarte y probablemente te cobre por la factura del médico.- Aconsejó.

Tan Dulce Como La Miel [Taiju Shiba x Reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora