Al despertar le dolía la cabeza, la luz del sol que se colaba por la ventana era insoportable. Trató de ocultarse con sus mantas, haciéndose un ovillo con la esperanza de volver a dormir, sin embargo, fue completamente inútil, ya que las secuelas de la noche anterior ya le estaban alcanzando.Tenía la garganta seca, tanto que parecía que no había bebido nada en años.
Como pudo, salió de su habitación arrastrando los pies para ir a la cocina. Era raro que Croissant no la despertara, después de todo ya era su hora del almuerzo y ese viejo gato solía tomarse muy en serio su comida.
El delicioso aroma de algo despertó su apetito, amaba cuando alguien se tomaba la molestia de cocinar para ella y había olvidado desde hace cuánto nadie le preparaba el desayuno.
De la nada abrió los ojos de par en par, recordando la razón por la que nunca le preparaban algo tan temprano por las mañanas.
Ella llevaba años viviendo sola.
En un principio sintió miedo, aunque después de ello trató de usar la lógica. ¿Por qué un ladrón se haría un sándwich mientras roba?
Cautelosa, decidió echar un vistazo al interior de la cocina, asomando levemente su cabeza por el marco de la puerta.
Ahí estaba Taiju, frente a la estufa mientras que daba la espalda a la entrada. Croissant dejó salir un maullido al notar su presencia, el regordete felino se encontraba sentado en una esquina junto a su tazón de comida, relamiéndose los bigotes, ahora entendía por qué no le había ido a despertar.
- Buenos días.
Era surreal, la mujer pensó que seguía soñando, porque no había manera de que su ex novio se encontraba en su cocina, con el cabello despeinado y la ropa desarreglada, si no tuviese tan sensible por la luz, estaba segura de que sus ojos seguirían las líneas de sus tatuajes que eran visibles desde la ventana que los botones abiertos de su camisa.
¿Por qué tenía que ser tan apuesto?
La sonrisa que le estaba dando en ese momento le hizo derretirse como el trozo de mantequillas sobre el sartén que tenía bajo el fuego de la estufa.
- Buenos días.- Balbuceó, aún consternada.
Ese par de ojos dorados le miraban de arriba a abajo, sonriendo antes de volver a su labor de seguir cocinando. Fue en ese momento que la mujer se hizo consciente de lo que tenía puesto, no era nada más ni nada menos que el pijama más viejo de su guardarropa, aquél con la tela estirada y deslavada por los años de uso.
(__) se encontraba abochornada pero no había forma de ocultar lo que Taiju ya había visto, no le quedó más remedio que proseguir y sentarse a la mesa donde el desayuno ya le estaba esperando.
Taiju terminó por servir la mesa y tomó asiento justo frente a la dueña de la casa. Comenzó a hablar pero la mujer ni siquiera le estaba prestando atención.
Las líneas de aquellos tatuajes, que se vislumbraban desde la ventana abierta que el descuido otorgaba, no había más que captar el interés de la (c/c).
La tinta sobre la piel bajaba por los pectorales cincelados del hombre, un espectáculo que solo había visto en contadas ocasiones. Cuando era joven, muy pocas veces apreció el físico completo de Taiju pero podía entender que se trataba de alguien muy bien dotado para su corta edad, ahora que ambos eran adultos, no hacía más que pensar en como había podido mantener su constitución en tan buenas condiciones cuando solo se trataba del dueño de un restaurante.
- Espero que no te moleste que haya dormido en tu sofá.
- Eh...si...- Murmuró sin saber cómo continuar con la conversación. Mientras acercaba la taza humeante de café a sus labios, tratando de ocultar su vergüenza y el rojo de sus mejillas. En ese momento se sentía como volver a pasar por su adolescencia otra vez.- Sobre lo de anoche...
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Tan Dulce Como La Miel [Taiju Shiba x Reader]
FanfictionTal vez ya era hora de alejarse de la desastrosa vida de las pandillas y volver a pensar en un futuro normal, quien sabe, quizá también podría encontrar algo igual de dulce que un pastel.