XXIII

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¿Por qué cuando todo iba bien tenía que existir algo que arruinaba su estado de ánimo?

Se supone que debía de estar contenta por su vida actual, sin embargo, ahora no podía disfrutar del todo, ya que tenía cosas en mente de las cuales preocuparse.

Decepcionada, colgó la llamada que había tenido con su agente inmobiliario, decepcionada de escuchar malas noticias. Al mismo tiempo escribía una nota rápida en una hoja de papel.

El sonido de la campanilla de la entrada llamó su atención.

Taiju había entrado y no venía con las manos vacías, un ramo de flores le acompañaba, de colores vibrantes y hermoso aspecto, justo las favoritas de su amada.

No había nadie a esas horas, era muy temprano como para que la clientela llegara, pero aun así tenía a sus dos empleados trabajando en la cocina.

Ese era el momento perfecto para poder verse, solo ellos dos y nadie más.

Una sonrisa fue tirada por los labios de la (c/c) al ver a su novio acercándose, incluso la mantuvo cuando le saludó con un tierno beso en los labios.

Taiju se estaba tomando muy en serio su papel como pareja, no había día en el que no la colmara con nuestras de afecto tan pequeñas y significativas. A veces la llevaba a lugares bonitos, otras veces iba a su casa para prepararle la cena, cuando estaban tan ocupados que no podían verse era el momento de hacerle una llamada.

Creía que eso pasaba con todas las parejas en los primeros meses, pero casi dos años después, él seguía siendo tan romántico como el primer día.

Era como vivir un sueño del que no querría despertar.

La sola presencia de su novio le hacía sonreír.

Pero aún con esa sonrisa, Taiju notó el cansancio en su rostro, conocía perfectamente a su novia, tanto como la palma de su propia mano.

Con ternura acarició la mejilla de la (c/c).

- ¿Qué te tiene tan mal, querida?- Preguntó claramente preocupado.

Suspirando con pesadez, la mujer dejó reposar su rostro en la mano de su pareja, dejándose llevar por el cálido contacto y la tranquilidad que esta podía otorgarle.

- El dueño de este edificio ha dicho que piensa vender a un mejor postor.- Murmuró con cansancio, recordando lo duro que fue para ella recibir la noticia.- Me temo que a partir de ahora tendré que desalojar y buscar otro lugar para instalarnos en los siguientes meses.

- ¿A caso no habías comprado el local?- Ante aquella información, el peliazul arrugó el entrecejo.

- No, aunque esas eran mis intenciones.- Ella volvió a suspirar.- Lo mejor que pude hacer fue rentar el edificio, aunque creo que ahora tendré que volver a empezar.

La desilusión en los ojos (c/o) rompía el corazón de Taiju, odiaba verle tan estresada y querría ayudarle, pero antes de que pudiera decir cualquier cosa, un pequeño grupo de ancianas entró para su junta de amigas semanal.

Esa era la señal para (__) de tener que alejarse de su novio con una sonrisa de disculpa. Se alejó no sin antes dar un pequeño beso en sus labios antes de ir a atender a la mesa llena.

Mientras que eso pasaba, Taiju solo pudo suspirar, deseando encontrar una fórmula en la que podría ayudarle.

El tanque de agua brillaba con una luz azul atenuada, mostrando a las medusas flotando etéreas en el tanque.

Las miraba con cariño, recordando aquél día en el acuario donde confesó por primera vez sus sentimientos a su actual pareja. Esa era la primera vez que veía la exhibición en el restaurante, se sonrojaba de tan solo imaginar que aquellas criaturas estaban ahí solo por ella.

Tan Dulce Como La Miel [Taiju Shiba x Reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora