XVII

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Solo bastó un día para que el clima lograra aligerarse por completo, aún con la humedad en la atmósfera y el viento soplando con fuerza, la mujer de cabello (c/c) veía como su automóvil era llevado por una grúa desde el estacionamiento.

Con un largo suspiro cansado, miró con tristeza su vehículo, pensando que ahora se vería condenada a tomar un taxi todos los días para trasladarse de un lugar a otro.

Mientras que las suelas de sus pequeños tacones hacían eco en el amplio aparcamiento, pudo reconocer el rabillo de su ojo el brillante modelo del auto que pertenecía a Taiju, supo entonces que él había ido a trabajar esa mañana, así que era seguro que lo encontraría en su propio negocio.

Tragó en seco antes la posibilidad de encontrarse con el peliazul.

Negó con la cabeza, continuando su camino a su tienda.

¿Por qué estaba nerviosa?

No lo sabía con certeza.

Durante ese tiempo en casa, con la compañía de su gato, trató de centrarse en otras cosas, sin embargo sus pensamientos siempre volvían a la chaqueta colgada en su armario y su dueño.

La había lavado y planchado, tratando de ser cuidadosa con la tela.

No tenía por qué hacerlo, simplemente pudo echarla a la secadora, devolverla y continuar con su vida.

Pero no podía estar tranquila con aquella idea.

Pensaba mucho pero eso no le impedía tener las manos trabajando arduamente en la cocina, tras tantos años de aprendizaje el poder hacer postres se había vuelto algo tan natural en su persona.

- ¿Qué le pasa?

Subaru se asomó desde la ventanilla que daba a la cocina, observando a la mujer que parecía más ajetreada que de costumbre. Con una de sus pobladas cejas arqueadas cuestionó a su compañero de trabajo quien se encargaba de preparar las mesas para su apertura.

El chico más joven se encogió de hombros, acomodando los centros de mesa y manteles limpios.

- Lleva ahí toda la mañana.- Comentó, una sonrisa se alzó por la comisura de sus labios.- Creo que está cocinando para alguien especial.

El cocinero lanzó una mirada de incredulidad.

- ¿Ella lo dijo?

- No.

- ¿Entonces cómo lo sabes?

Mitsuki se llevó un dedo a los labios, haciendo un gesto que pedía guardar silencio mientras que uno de sus ojos mostraba un guiño.

- Es un truco de magia.- Respondió con una risita. Ante la mirada cansada e irritada de su compañero de trabajo, el más joven alzó las manos en señal de rendición.- Está bien, la escuché murmurar cuando llegué, no paraba de hablar a cerca de qué podía cocinar para regalarle a alguien ¿Sabías que la jefa piensa en voz alta cuando está nerviosa?

Subaru pudo cuestionar más, pero ambos hombres fueron interrumpidos por el sonido de la puerta de la cocina abriéndose. Su jefa salía con una caja en sus manos, las mismas que utilizaban para dar a los clientes los pedidos para llevar, mientras que en la otra sostenía una bolsa de papel.

- Oigan, voy a salir ¿Podrían abrir y atender mientras no estoy?- Dijo a sus dos empleados, tomando un momento para mirar a su reloj de muñeca.- No debo tardar mucho.

- Déjenos todo a nosotros, jefa.- Exclamó enérgico el empleado más joven, moviendo su mano pata hacer un saludo militar mientras mantenía una postura firme.

Tan Dulce Como La Miel [Taiju Shiba x Reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora