Epílogo

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Estaba cansada, demasiado, la luz que se colaba por las ventanas abiertas le resultaba tan molesta que intentó acurrucarse aún más en su capullo de mantas para evadir sus ganas de levantarse. Por más que intentara volver a dormir, el golpeteo constante en su costado, así como el tirón en las sábanas, no se lo permitían.

Uno de sus ojos se abrió de mala gana, algo cegado por la luz, trató de distinguir la figura que se cernía sobre su cara y que no le permitía tener espacio personal.

- Mami, mami...Levántate, levántate...

La vocecita de una infante le llamaba, al mismo tiempo que daban ligeras palmaditas al rostro ahora descubierto de su progenitora.

Los ojos dorados le miraban con intensidad y una gran sonrisa tiraba en sus mejillas regordetas.

- Buenos días, Ena...- Balbuceó la mujer, intentando quitar los rastros de ensoñación de si misma con una mano mientras que con la otra daba suaves caricias en la cabeza de su hija.

Apenas fue una palmadita cariñosa, sabía cuan importante era para su pequeña el mantener su cabello naranja en perfecto estado la mayor parte del tiempo. Este día había sido acomodados en una trencita con una cinta amarilla, cortesía de su esposo.

- Papi y Touma ya están abajo.- Exclamó antes de bajarse de la cama con un saltito y hacer una seña a su madre.- Vamos mami.

Dejando salir un gran bostezo, al mismo tiempo que estiraba sus extremidades en la cama, soltó un suspiro ante la emoción de Ena.

Levantándose algo perezosa, arrastró sus pies hasta el baño donde pudo despejar un poco su mente con el agua fría del grifo antes de bajar las escaleras hasta la cocina.

Desde antes de entrar, podía escuchar la pegajosa tonada de una melodía infantil. Era cierto que estaba harta de tener que oír baby shark todos los días, pero admitía que era sumamente gracioso ver a un hombre tan grande como su esposo continuando la canción junto a su pequeña y su hijo más pequeño que aplaudía desde su silla alta.

Era bonito poder despertar y ver a su familia reunida.

Aprovechó que Taiju se había dado la espalda un momento para tomarlo desprevenido y envolver sus brazos en su cintura.

- Buenos días, amor.- Saludó el hombre.

Con cuidado de no derramar las tazas de café recién hecho, hecho que la (c/c) aprovechó para poder dejar un besito en los labios de su esposo.

- Buenos días cariño.- Saludó con cariño, aceptando la taza de café recién hecho que le ofrecieron.- ¿Por qué no me despertaste antes?- Preguntó.

La mesa estaba servida y los niños ya tenían su desayuno listo, con el pequeño Touma bebiendo de su biberón por sí mismo mientras que Ena tomaba sus cereales, todo hecho exclusivamente por el hombre de cabello azul.

- Anoche no pudiste dormir bien por Touma, creí que sería buena idea dejarte descansar un poco más.- Con ternura, plantó sus labios en la coronilla de la (c/c).- No quería molestarte.

Era verdad, su pequeño de apenas diez meses solía ser muy ruidoso en las noches y solo parecía calmarse cuando (__) lo tomaba en brazos. Comenzaba a creer que su hijo era todo un niño de mamá desde una edad muy temprana.

Sin poder discutir ante esa hora extra de sueño, la mujer soltó un suspiro y miró agradecida a Taiju.

- ¿He dicho que tengo al mejor esposo del mundo?- Murmuró antes de tomar un sorbo a su taza de café.

- Me lo dicen todo el tiempo.- Respondió con una sonrisa engreída en su rostro.- Llevaré a Touma a su cita con el pediatra.

- ¿No se supone que me llevarías a mi clase de natación?- Exclamó preocupada la niña.

Tan Dulce Como La Miel [Taiju Shiba x Reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora