: ̗̀➛Catorce

163 17 164
                                    

–¿Sentiste que te miraban?

–Sí.

Minjae no le había preguntado nada al momento en que lo vio así, supuso que no quería alterarlo todavía más, y se lo agradecía muchísimo. Pero luego de la cena y de dejar a la rapline con su juego de piedra, papel o tijeras para ver quién lavaba los platos, se lo había llevado a su habitación para saber qué le había sucedido.

Y se lo contó, sin dudarlo. Esa horrible sensación de que lo miraban. Incluso estando en el dormitorio, a salvo con sus hermanos y su alfa, no dejaba de sentir escalofríos y sus manos ni siquiera habían dejado de temblar.

–Pero no había nadie –murmuró–. Creo que me estoy volviendo paranoico...

–Yah, no digas eso –dijo Minjae, tomando sus manos–. Estaba oscuro, tal vez había algún tonto por ahí queriendo asustarte. Si quieres puedo ir a ver.

–No, no, está bien –lo interrumpió, negando con la cabeza–. Solo... Hablemos de otra cosa, por favor. Ya no quiero pensar en eso.

Minjae asintió, mientras acariciaba sus manos, tratando de reconfortarlo de alguna forma.

Debió pensar en algo, porque en sus ojos apareció ese brillo juguetón junto con una pequeña sonrisa que conocía a la perfección.

–¿Qué sucede? –preguntó, curioso.

La sonrisa de Minjae se amplió, así sin razón alguna.

–Cierra los ojos.

–¿Eh? –Inclinó levemente la cabeza a un lado–. ¿Por qué?

–Cierra los ojos, Junnie.

–¿Me vas a besar?

El alfa se rio.

–Tal vez. Solo ciérralos.

Apretó los labios para no sonreír y cerró los ojos, esperando a lo que sea que fuese a hacer Minjae. Estuvo a punto de quejarse cuando sintió al alfa soltar sus manos y levantarse de la cama, pero no lo hizo, porque seguramente pronto sabría lo que estaba planeando.

Escuchó un cierre abriéndose y frunció el ceño.

–¿Qué haces?

–Algo.

Escuchó el cierre otra vez y algo caer al suelo, tal vez un bolso, sonaba pesado. Poco después sintió a Minjae sentarse frente a él otra vez.

–Dame las manos –pidió.

Todavía con el ceño fruncido hizo caso y extendió las manos. Entonces sintió a Minjae tomar con una de sus manos las suyas y luego sintió que colocó algo sobre estas; algo suave y esponjoso, como tela de peluche.

Pero antes de que abriera los ojos para ver lo que había dejado en sus manos, Minjae aprovechó la oportunidad para, por supuesto, robarle un beso. Decir que debía parecer un, como Sunhee siempre dice, 'tomate con patas' era quedarse corto, en especial por las risas de Minjae.

–Te ves tan tierno –dijo Minjae, juguetón. Le sacó la lengua de manera infantil, ya que no podía verlo como para golpearlo como cada vez que le hablaba así. Minjae se volvió a reír–. Ya, abre los ojos.

Y eso hizo. Primero miró a Minjae, que le seguía sonriendo, y luego miró lo que le había dejado. Su boquita se abrió y sus mejillas se calentaron de golpe cuando vio el pequeño peluche entre sus manos; un león en miniatura, colgando de un llavero, con mofletes y un tierno corbatín rojo como decoración.

Volvió a ver a Minjae, que sonreía con suavidad, y notó que también estaba sonrojado. No tanto como él, por supuesto, pero fue lo suficiente como para que su corazón enloqueciera un poquito más de lo que ya lo estaba.

Lirio Blanco || MinJun || LB #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora