: ̗̀➛Treinta y cuatro

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TW: ataque de pánico.


Huijun reconoció la fotografía y sintió como si la sangre abandonara su cuerpo. Era una de las fotografías que el sasaeng le había enviado, con la amenaza de que se las mostraría a su padre. Heechul tenía una sonrisa de pura satisfacción en su rostro y sospechó que había estado esperando ese momento desde hacía mucho.

—¿Fuiste tú? —Su voz salió apenas en un murmullo.

La risa que soltó Heechul fue la respuesta que necesitaba, pero aun así dijo:

—Digamos que me propuse vigilarte, bonito. —Guardó su teléfono—. Me pareció que esta información serviría de mucho, es decir, no creo que a Yoon Sangmin le guste que su hijo, además de desobedecer sus órdenes, salga con un alfa cualquiera de fuera de la comunidad.

Las manos de Huijun comenzaban a hormiguear, acompañando a una extraña sensación de mareo que se apoderó de sí mismo. Tuvo que agarrarse del borde de la chaqueta de Minjae para asegurarse de que no se fuese a caer por lo inestable que se sentía.

Minjae soltó algo muy parecido a un gruñido.

—¿Por qué mierda hiciste eso? —cuestionó.

Apenas podía contener la rabia. Pensar que Huijun estuvo tan asustado de que fuera un sasaeng, alguien que había descubierto que era omega y lo contara al público con la mala imagen de que los omegas no podían debutar. Y sí, tal vez no fuera un sasaeng, pero apostaba a que ese imbécil podría llegar a ser mil veces peor que uno.

Después de todo, por lo que entendía, era la mano derecha del padre de Huijun. La persona que menos debía enterarse de lo que pasaba.

—Si te atreves a mostrar esas fotos...

—Oye, amigo, relájate —se burló Heechul—. Estas fotos son mi garantía. Si Huijun me da lo que quiero, con gusto las borraré y haré de cuentas que nunca vi nada. Hasta entonces, estas fotos se quedarán aquí. —Se acercó, ignorando por completo la intención de Minjae de golpearlo, y le guiñó el ojo—. Ya sabes mis condiciones, bonito.

Y así como si nada, Heechul se dio media vuelta y se fue, soltando una risotada y bebiendo del vaso que anteriormente le había quitado a Huijun.

Huijun quería gritar, porque no sabía a lo que se refería. No sabía lo que Heechul quería, no sabía por qué lo seguía, no entendía por qué tan siquiera se metía de esa forma en su vida. Su lobo estaba inquieto y chillaba. Quería gritar, llorar, golpearlo, responder o defenderse. Quería tomar ese teléfono y tirarlo al suelo para desaparecer esas fotos. Quería hacer algo, pero su cuerpo completamente paralizado no le permitía hacer nada más que temblar y...

Sus piernas fallaron, pero sintió a Minjae sostenerlo de la cintura para evitar que cayera. Se apoyó en el pecho de su alfa y trató de respirar profundo. Conocía esa sensación, la sensación enfermiza de irrealidad, la forma en que su corazón parecía querer salir de su pecho por la fuerza con la que latía y esa opresión que no le permitía respirar como debería.

Estaba teniendo un maldito ataque de pánico en el lugar menos indicado.

—Jae... —murmuró.

—Descuida, mi amor. Te tengo.

Sin necesidad de palabras, Minjae afianzó su agarre en su cintura y subió las escaleras. Su alfa sabía que quería salir de ahí y el lugar seguro más cercano era su habitación. Huijun se mantuvo abrazado a él, tratando lo mejor posible de concentrarse para poder respirar. Pero las imágenes y pensamientos llegaban sin parar: Heechul enseñándole las fotografías a su padre, su padre desquitándose con su mamá; su mamá pagando por una falla que era suya.

Lirio Blanco || MinJun || LB #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora