: ̗̀➛Epílogo

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Los reclusos salieron al área de visitas, esa donde había asientos con cristales de por medio y teléfonos para poder comunicarse. Entre ellos se encontraba Yoon Sangmin, quien tomó asiento donde el guardia le señaló y la sonrisa apareció por sí sola al ver a quien estaba al otro lado del cristal.

—Detecive Park, que gusto verlo —saludó al policía de forma burlona—. ¿A qué debo el honor de su visita?

—No se emocione, solo vengo como acompañante —dijo Park.

Se levantó de la silla y le entregó el teléfono a otra persona. Un chico, que no pasaba de los diecisiete años, fue quien tomó asiento y se llevó el teléfono al oído. La sonrisa de Yoon Sangmin desapareció, siendo cambiada por un ceño fruncido.

—Muchacho.

—Señor Yoon.

—Este no es un lugar para niños como tú —dijo—, pero supongo que por eso estás aquí, ¿no? Te complace verme finalmente tras las rejas.

—Se podría decir que de cierto modo es así. No, en realidad, tiene razón. —Asintió Junhyuk—. Después de todo lo que le hizo, tiene suerte de que no esté en una cárcel de máxima seguridad.

—Todavía no, al menos, me supongo que tú y tu compañero se asegurarán que así sea —respondió y se rio—. ¿Alguna vez has pensado ser policía, muchacho? De esos que se infiltran a lugares para conseguir información, tienes experiencia en eso.

—Que las cosas se hayan dado de esta forma simplemente es una jugada del destino en su contra por todo lo que hizo.

—Y dime, según tú, ¿qué fue lo que hice mal? Cuidar a mi familia, educar a mi hijo de la forma en la que debía hacerlo, que yo sepa nada de eso es un crimen.

—¿Se olvida de los cargos por tráfico de acónito y apoyo económico a cirugías de remoción de género? —preguntó de vuelta—. Cada cosa que hacía dentro y fuera de esa comunidad es un crimen, en especial lo que hizo con su esposa e hijo. ¿Desde cuándo cuidar es maltratar y educar es torturar? Solo usted le encuentra lógica a esa analogía.

—Tú no tienes ningún derecho a cuestionar mis métodos.

—Lo tengo cuando es mi hyung el involucrado en ellos —respondió—. Además, usted fue quién me lo dijo, ¿recuerda? Que un alfa debe proteger a su manada de todo el que quiera hacerle daño. Eso incluye personas como usted, señor Yoon.

Yoon Sangmin apretó el puño sobre la mesa. No estaba consiguiendo lo que quería, sobresaltar al muchacho.

—¿Y si le dijera a tu querido hyung todo lo que tú has hecho? —preguntó y rio, lleno de burla—. ¿Cómo cree que se sentiría al saber que solo lo utilizaste para conseguir la información que tú y tu compañero necesitaban para meterme en esta pocilga?

Junhyuk se quedó en silencio. Sonrió. Había dado en el clavo.

O al menos eso creía.

—Está bien.

—¿Disculpa?

—Dígaselo si quiere, no me importa. O mejor, ¿y si se lo digo yo? El resultado será el mismo de ambas formas, ¿no es así? —dijo y se encogió de hombros—. Qué más da que lo sepa ahora o después, por mí o por usted, es lo mismo.

—Mocoso...

—Lo que importa es que no me arrepiento, porque por lo que hice ahora usted está aquí encerrado, dónde debió estar desde un principio.

—¿Sabes con quién estás tratando?

—Lee Minseok me preguntó lo mismo y sí, lo sé, y me da igual. No les tengo miedo —respondió. Yoon Sangmin gruñó—. Lo que hago es para que personas como usted y como él no sigan en las calles lastimando a personas inocentes solo por ser quienes son. Y sí, Park y yo haremos hasta lo imposible por alargar su estadía en esta pocilga, así que vaya acostumbrándose porque será el único lugar que verá por el resto de su vida.

Lirio Blanco || MinJun || LB #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora