: ̗̀➛Veinte

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Minjae entró a la habitación de Huijun con una taza entre las manos. Se sentó al borde de la cama, junto al omega, y se la pasó.

–Toma, esto te ayudará –le dijo.

Huijun tomó la taza, estaba tibia contra sus manos frías. Asintió levemente.

–Gracias.

Era té, olía a manzanilla. Se lo tomó con cuidado, procurando no quemarse.

Minjae hizo una mueca apenas perceptible, así como su lobo se removió al ver la pequeña venda en la mano izquierda de Huijun, donde hasta hacía menos de media hora tenía una vía intravenosa.

Lo primero que había pasado por la mente de todos fue llevar a Huijun con Hana, porque su estado no parecía mejorar ni un poco, pero Minjae insistió en que lo mejor era llevarlo al dormitorio. Estar en un lugar extraño solo empeoraría su condición, así que todos aceptaron, a regañadientes, regresar a casa. Y Minjae tenía razón: media hora después de que volvieron al dormitorio, Huijun ya estaba más calmado que cuando estaba en la escuela.

Aun así, Seongjun llamó a Hana para que fuera al dormitorio, solo para asegurarse de que Huijun estuviese bien. La beta les dijo lo obvio: que el colapso fue causado por todo el estrés al que fue sometido en tan poco tiempo. Físicamente, estaba bien, solo hizo falta un suero para tratar la deshidratación por la fiebre tan fuerte que le había dado.

¿Pero mentalmente? No lo estaba. Huijun no se los había dicho, pero lo demostraba. No hablaba más que en murmullos que apenas escuchaban; no miraba a ninguno a la cara; y si alguien que no fuera Minjae intentaba tocarlo o siquiera se acercaba demasiado, huía, sobresaltado, nervioso, casi llorando.

Ese no era su Huijun. No quedaba nada de su Huijun.

–¿Cómo te sientes? –preguntó Minjae luego de un momento, lo más suavemente que pudo.

Huijun hizo una mueca con la boca, todavía con la taza entre sus manos.

–Un poco mejor... –murmuró. Su voz era pequeña y rasposa–. Solo me duele la cabeza.

–Hana-noona dijo que era normal –dijo. Huijun asintió, sin mirarlo, y Minjae respiró profundo–. Junnie...

Puso su mano sobre su brazo con suavidad, tratando de llamar su atención. Pero pasó lo que no pensó que pasaría.

Huijun se sobresaltó y de un brinco le huyó al toque, alejándose de él. Minjae tardó un momento en reaccionar a lo que Huijun había hecho, su lobo gimiendo de la desesperación porque su omega huyó de él.

–Jun, yo... Lo siento, no quería asustarte. Perdón –se apresuró a decir.

Demonios, gran tonto.

Eres un idiota.

Escuchó un pequeño suspiro.

–Jae, quiero estar solo, por favor.

Rápidamente asintió, a pesar de que Huijun no lo estaba mirando, y se levantó de la cama.

–No te preocupes, solo... Llámame si necesitas algo, ¿está bien?

No obtuvo respuesta. Ni un murmullo, ni un asentimiento, ni siquiera una mirada. Nada.

Apretó los labios. A regañadientes e ignorando los instintos de su lobo, que le decían que no se fuera, dio media vuelta y salió de la habitación, cerrando la puerta con el mayor silencio que pudo para no asustar más a Huijun. No se apartó de ahí, sin embargo, todavía sosteniendo el picaporte.

El único que Huijun dejaba acercarse, era él. El único que podía tocarlo, era él. Porque era su alfa, tal vez, quizás porque siempre habían sido los más cercanos, porque incluso antes de ser alfa y omega fueron mejores amigos e inseparables. Cerró los ojos y apoyó la frente en la madera. Estaba confundido, pero, sobre todo, su lobo se sentía herido, porque su omega había huido de él, porque su pareja se había alejado.

Lirio Blanco || MinJun || LB #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora