: ̗̀➛Doce

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Minjae acarició el cabello de Huijun, quien soltó un suspiro entre sueños. Se había despertado hacía un rato ya, pero no había querido moverse para no despertar a Huijun, que estaba profundamente dormido sobre su pecho.

Sonrió al recordar lo que había pasado la noche anterior.

Huijun lo había besado.

Huijun. Lo. Había. Besado.

Y juraba que nunca había sentido algo como lo que había sentido cuando Huijun lo besó. Creyó que el corazón se le iba a salir del pecho por lo acelerado que estaba; los labios de Huijun eran suaves, lo recordaba y ya quería besarlo de nuevo.

«Quiero que me cortejes» había susurrado Huijun cuando se escondió en su cuello, totalmente avergonzado y sonrojado. Como eran ellos dos solos en plena noche, lo había escuchado a la perfección «Quiero... Hacer todo bien»

Por poco y salta de la emoción. No lo hizo, para no asustar a Huijun, pero ganas no le faltaron. Es decir, lo había besado y le había dicho que quería que lo cortejara, todo en un mismo momento que lo había tomado tan desprevenido que incluso había llegado a pensar que lo había soñado.

Pero no. No lo había soñado. Porque ahí estaba, viendo a Huijun dormir sobre su pecho mientras lo abrazaba, tan tranquilo.

«Te haré el chico más feliz del mundo» le había dicho. Y así lo haría.

Ya había pensado en varias cosas que podría hacer; estaban limitados en cuanto a salidas, pero no en cuanto a regalos, y sabía de muy buena mano que a Huijun le gustaban los suéteres que le quedaban más grande y, aunque no lo dijera, los peluches también. Aunque esto último bien podría ignorarlo por un tiempo, con tal de despertar así, con Huijun abrazándolo como si él fuera peluche todos los días que fueran posibles.

Apartó el cabello de su rostro con suavidad. El omega dormía sobre su pecho, justo sobre su corazón. Tenía las mejillas sonrojadas y los labios entreabiertos, en una mueca que casi parecía un puchero, y de vez en cuando un pequeño y muy tierno ronquido se le escapaba, tal vez uno que otro suspiro.

Viéndolo así, tan tierno, tan vulnerable, su lobo se removió en su interior, haciéndolo sentir un muy fuerte sentido sobreprotector. Nada más quería cuidarlo y protegerlo de todo lo malo del mundo. Un chico como Huijun no merecía sufrir de esa forma tan horrible.

Lo cuidaría más que a su propia vida.

No permitiría que anda malo le sucediera.

El sonido de la puerta al abrirse lo hizo voltear, asegurándose de no moverse demasiado para no despertar al omega. Frunció el ceño cuando vio a Seungmin, Seongjun y Junhyuk asomarse.

–¿Ven? Se los dije: no están haciendo anda.

Por alguna razón aparente de la vida, se sonrojó.

¿Qué rayos?

–¿Qué hacen ahí? –preguntó en voz baja.

–A ver –Junhyuk habló, dirigiéndose a él–, tú y yo tenemos que hablar más tarde.

–Los tres –interrumpió Seongjun–. Los tres vamos a hablar más tarde.

–Aish, ya cállense. –De alguna forma Seungmin los empujó a ambos, sacándolos de la habitación. Luego lo miró–. Jae, levántense. Se les hará tarde para la escuela.

Solo asintió.

–¡Tenemos que hablar!

–¡Los tres!

–Ustedes son tal para cual.

Fue lo último que escuchó antes de que Seungmin puerta de la habitación. Aguantó la risa y sacudió la cabeza; sus hermanos eran todo un caso.

Lirio Blanco || MinJun || LB #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora