: ̗̀➛Treinta

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—¿Cómo está?

—Sigue dormido. ¿Trajiste lo que te pedí?

—Sí, está afuera con Junhyuk.

Se removió al escuchar murmullos cerca de él. ¿Ese era Seongjun-hyung? Su mente seguía demasiado confundida para entender de lo que hablaban.

Escuchó pasos saliendo de la habitación. Las caricias en su cintura jamás se detuvieron y estuvo a punto de quedarse dormido otra vez cuando cierto sonido llamó su atención. Era como un tintineo junto a algo golpeando el suelo y...

Espera, ¿lo lamió?

Todavía somnoliento logró abrir los ojos. Aunque su visión seguía algo borrosa, pudo reconocer a quien tenía en frente.

—¿Jay?

Su perrita ladró y, muy a pesar de tener a Minjae de por medio, se lanzó a él. Se subió a su pecho y ahí comenzó a lamer todo su rostro. Las risas salieron por sí solas por las cosquillas que le causaba.

—¡J-Jay, espera! —Como pudo, tomó a su perrita para apartarla de su rostro—. ¿Qué haces aquí?

—Creí que te haría bien tenerla aquí —dijo Minjae. Lo miró, con su perrita entre sus brazos—. Así que le pedí a Sungjae-hyungnim y a Seongjun-hyung que fueran a buscarla. Parece que te extrañaba mucho.

—Sí, yo... No la veo desde ese descanso —respondió.

La última vez que vio a Jay fue cuando la dejó en casa de una de sus tías, luego de esa semana en la que se presentó y que ya no quería recordar. Ella por poco se va con él al dormitorio, no se quería separar de él, y Huijun tampoco quería hacerlo.

Como no tenía hermanos ni amigos, sus padres le habían regalado a Jay para que tuviera con quién jugar en casa. Jay dormía con él, comía con él, prácticamente hacían todo juntos como si fueran hermanos. Podía pasar horas hablando con ella, contándole todo lo que le sucedía, todo lo que había hecho en la escuela, todo, todo, todo. Era casi una extensión de sí mismo.

Y Jay era la primera en saber cuándo se sentía mal. Antes de conocer a los chicos, literalmente ella era la única que se quedaba a su lado cuando no estaba en su mejor momento. Su padre le decía que estar mal "no era de hombres"; su mamá apoyaba todo lo que su padre decía. Jay era la única que lo "escuchaba" y se acostaba a su lado, dejaba que le rascara la panza y le daba besitos como si dijera "tranquilo, humano Jun, yo estoy aquí".

Justo ahora, su perrita aprovechó la cercanía para besar su mejilla y pegar su cabecita a su rostro, así como siempre hacía. Suspiró.

Yo también te extrañé.

—Gracias —dijo hacia Minjae, sin dejar de abrazar a Jay.

Minjae respondió con una sonrisa y, al no poder acercarse por tener a Jay en medio, solo consiguió acariciar su cabello, lo que para Huijun era más que suficiente.

—¿Cómo te sientes?

—Mejor que antes, pero tengo hambre, ¿hay algo para comer? —dijo. No sabía cuánto tiempo había pasado desde la última vez que comió y su estómago ya le estaba reclamando comida.

—Creo que los chicos se las arreglaron para hacer sopa...

—¿Y no quemaron nada?

Minjae soltó una carcajada.

—No, creo que no —respondió—. ¿Quieres que te traiga un poco?

—Por favooooorrrr.

—Está bien, ahora vuelvo.

Lirio Blanco || MinJun || LB #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora