◇ 46 ◇

291 14 1
                                    

C A R O L I N A

Eran aproximadamente las tres de la tarde, justo me encontraba saliendo de la universidad junto con Lena. Estábamos por cruzar la acera cuando me detengo en seco al ver un rostro muy familiar frente a nosotras, a unos pocos metros de distancia.
Mi amiga volteó a verme confundida, sin saber la razón de mi comportamiento.
Sonreí inconscientemente y comencé a caminar hacia dicha persona.
—No me dijiste que vendrías.
Él me sonrió en respuesta.
—¿Qué acaso no puedo venir a recoger a mi novia de la universidad?
Mis labios formaron una sonrisa, pero a un lado mío puede escuchar un chillido de una tercera persona: Lena.
—Disculpen, no quiero arruinar el momento, pero... ¿Me perdí de algo? Pff, ¿A quien engaño? Es obvio que me perdí de algo.
Dirigí mi mirada hacia mi novio –se sentía tan bien decir aquella palabra– y le sonreí cómplice.
—Y valla que sí.
Respondió Agustín.
—Bueno, tal parece que tenemos una charla pendiente Kipelioff; y quiero detalles.
El celular de mi mejor amiga sonó, al parecer su hermana la estaba esperando.
—Los dejo que se saluden bien, me tengo que ir, pero ya hablaremos luego Kopelioff. Nos vemos tortolitos.
Se despidió de nosotros y caminó hacia el auto de su hermana, dejándonos solos frente al auto de Agus.
—Ahora sí.
Susurró cerca de mis labios. Sonrió, me tomó por la cintura y segundos después sentí sus labios sobre los míos, tomándolos en un beso cálido y dulce que me dejó sin aliento.
—¡Los shippeo desde que eran unos fetos!
Oímos que gritó Lena desde la ventana del auto de su hermana, al pasar cerca de nosotros. Ambos nos separamos de inmediato y soltamos una carcajada. Esta chica estaba loca, pero la amaba con mi alma.
—Vamos, sube, te llevaré a comer.
Susurró contra mis labios al ver que el auto de mi amiga desaparecía calle abajo. Yo asentí y ambos nos montamos en el auto.

Nos encontrábamos sentados en una mesa a un lado del ventanal de un restaurante de comida china, acabábamos de pedir nuestra comida, así que charlábamos mientras esperabamos a que la comida llegara.
—¿Qué dices si esta noche vienes a mi casa a cenar? Creo que es momento de darles la noticia a mi familia. Se volverán locos, en especial mi madre.
Ambos reímos, sabiendo que aquello era verdad.
—Claro, me parece bien. Muero por ver la reacción de mi suegra al darle la noticia.
Comenté en tono divertido.
—A veces eh llegado a pensar que te prefiere a ti antes que a mi.
Bromeo divertido a lo que yo reí.
—¿Qué te digo? Nadie se resiste a mis encantos.
—Eso puedo asegurarlo, mírame a mi, aquí me tienes tendido ante tus pues.
Tomó una de mis manos con las suyas y besó el dorso de mi mano para luego guiñar un ojo en mi dirección.
Justo en eso la comida llegó, por lo tanto comenzamos a comer.

El auto se detuvo frente a mi casa, me giré en mi asiento en dirección a Agustín, él cual coloco una de sus manos en mi muslo.
—¿Paso por ti a las ocho?
Asentí sonriendo, colocando una de mis manos en su cuello y dejé un corto beso en sus labios.
—Nos vemos más tarde.
Susurré cerca de sus labios. Giré mi cuerpo, abrí la puerta del coche, dispuesta a salir, pero una de sus manos me sujetó de la cintura, impidiéndome hacerlo.
Volví a quedar sentada en el asiento y en menos de dos segundos, ya tenía sus manos sujetándome el rostro y sus suaves labios contra los míos, los cuales se movieron lentamente, su lengua jugando con la mía, hasta que nuestros pulmones quedaron sin aliento y tuvimos que separarnos.
—Ahora sí.
Sonreí y esta vez si salí del auto, cerrando la puerta detrás de mí y abriendo la de mi casa para luego entrar en ella. No sin antes escuchar el motor del auto de Agus alejarse de mi casa.

Al salir de la ducha y entrar en mi habitación, comencé a buscar algo adecuado para ponerme esta noche. Estaba bastante nerviosa, a pesar de ya conocer a su familia desde hace años, casi desde que tengo uso de razón, no podía evitar sentirme así.
Al final opté por usar un vestido básico negro, una chamarra blanca y mis tenis blancos.
Sujeté mi cabello en una coleta alta, dejando caer unos mechones en mi rostro. El maquillaje constó en un poco de corrector, máscara de pestañas y brillo labial. Ya lista, tomé un pequeño bolso negro y guardé lo indispensable dentro, como mi celular, cargador, dinero y unas cuantas cosas más.
Justo en eso, recibí una notificación en mi móvil: un mensaje de Agustín, avisándome que acababa de llegar.
Tome el bolso, me lo colgué en el hombro y salí de mi habitación. Le mandé un mensaje a mi madre, avisándole que ya me iba.
Baje las escaleras y abrí la puerta principal, donde Agustín me esperaba del otro lado.
Sonrió al verme.
—Estás preciosa.
Plantó un beso en mi mejilla y le sonreí en respuesta. Nos montamos en su automóvil y arrancó en dirección a su casa, donde al parecer ya nos estaba esperando su familia.

Descifrando miradas [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora