◇ Epílogo ◇

254 13 0
                                    

O M N I S C I E N T E

Hay ciertos momentos en la vida en donde las personas se preguntan "¿Qué es lo que el destino les tiene preparado?", pero también hay otras pocas, las cuales tienen la suerte de que su destino siempre haya estado frente a ellos, a escasos centímetros, esperando a que puedan distinguirlo. Este caso, había sido uno de ellos.
Agustín y Carolina habían tenido la suerte de haber encontrado al amor de su vida a tan corta edad, si bien no lo supieron desde un principio, terminaron por descubrirlo con el tiempo; y al fin, después de tanto tiempo, estaban a punto de unir sus vidas oficialmente.

Las campanas de la iglesia dieron la última llamada, todos los invitados se encontraban dentro, esperando emocionados la llegada de la novia, pero el más ansioso sin duda, era Agustín, él cual se encontraba esperando en el altar a que Carolina entrara por aquella puerta, hasta que finalmente llegó el momento.

La música comenzó a sonar, las puertas se abrieron de par en par, segundos después, Caro y su padre comenzaron a caminar hacia el altar. Ella lucía preciosa, con ese lindo vestido blanco de encaje, ajustado de los lugares indicados pero estilo princesa, pero lo que más la hacia lucir increíble era la radiante sonrisa que adornaba su bello rostro.

Agustín al verla, sonrió de oreja a oreja, admirando a aquella mujer que estaba a nada de convertirse en su esposa y pensando en lo afortunado que se sentía. Sin si quiera notarlo, comenzó a derramar pequeñas lágrimas mientras ella se acercaba hacia él.

—¿Por qué lloras?—Preguntó la chica en un susurro, al llegar frente a él. Tomó su rostro entre sus manos y seco sus lágrimas con sus pulgares.

—Por mi amor por ti—Ambos sonrieron. Se tomaron de la mano y subieron el pequeño escalón del altar, para quedar frente al padre.

Bien se dice que cuando dos personas están destinadas a estar juntas, encontrarán la manera de estarlo, podrán perderse un poco en el camino, pero siempre encontrarán la manera de llegar a su destino. No importa el tiempo, el lugar o la circunstancia. Y esto es justo lo que había ocurrido, a pesar de haber estado juntos desde prácticamente toda la vida y haberse separado un tiempo, ambos habían logrado volver a donde tenían que estar. No había sido demasiado tarde ni demasiado pronto, simplemente había sido el momento indicado y eso, los había llevado hasta el día de hoy.

—Agustín Bernasconi, ¿Aceptas a Carolina Kopelioff como tu esposa, hasta que la muerte los separe?—Preguntó el padre. Todos miraban atentos y emocionados.

—Acepto—Miró a Carolina de reojo, sonriendo al igual que ella.

—Carolina kopelioff, ¿Aceptas a Agustín Bernasconi como tu esposo, hasta que la muerte los separe?

—Acepto—Volteó hacia Agustín para mirarlo un segundo, con una preciosa sonrisa en el rostro.

—En ese caso y si nadie se opone a esta unión, los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia— Al fin anunció el sacerdote.

Agustín no tardo ni dos segundos en girar su cuerpo, hasta quedar frente a Carolina. La tomó por la cintura y sin previo aviso, la jalo hacia su cuerpo y juntó sus labios con los de ella en un beso lento y profundo. Todos comenzaron a aplaudir entusiasmados.

Descifrando miradas [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora