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C A R O L I N A

-Es lo justo, yo fui a tu casa ayer, te toca ir a la mía.

Giré mi rostro para observar el semblante nervioso de Agustín, él cual sujetaba mi mano entre las suyas mientras caminábamos por el centro comercial.

-No es lo mismo, este caso es... diferente.

-¿Por qué tendría que ser distinto?

Vi como pasaba su mano libre por su cabello, despeinandolo en un intento de parecer relajado. Siempre que estaba nervioso lo hacía.

-Pues porque para empezar, tu mamá conoce la historia, y tu papá... no sé, me da un poco de miedo.

Sin poder evitarlo solté una carcajada y lo miré con una expresión divertida.

—Escucha, mi papá aunque esté feliz parece serio, así que por eso no te preocupes; ahora, sobre mí mamá... no creo que se lo tome a mal, no si le demuestras que has cambiado.

Le sonreí para tratar de tranquilizarlo, cosa que al parecer funcionó un poco. Me sonrió en respuesta, pero al desviar su mirada por sobre mí hombro, ésta se desvaneció hasta quedar como una mueca.
Mi curiosidad me ganó, así que giré sobre mis talones y seguí su mirada.
Ésta estaba en una chica morocha, un poco más baja de estatura que yo y con el cabello liso. Había algo en ella que me resultaba familiar, la conocía de alguna parte, pero no sabía con exactitud el porqué.
Volví mi vista hacia mi novio, dejando a la chica detrás.

-¿Qué ocurre? ¿Quien es esa chica?

Pregunté curiosa. Me tomó de la cintura, acercándome a él, hasta que estuvimos a escasos centímetros de distancia. Colocó su boca sobre mí oído y susurró.

-Agustina.

Oh, eso explicaba todo. Su ex novia.
En sí, ella nunca me había caído mal, al contrario, por lo poco que recordaba de ella, sabía que era una chica simpática y muy linda, aunque bueno, la reacción de Agustín demostraba otra cosa.
Cuando menos acordé, la susodicha se encontraba a tan solo unos pocos pasos de nosotros.
El ambiente se había tornado demasiado tenso, por parte de ellos dos, claro está; así que me tocó a mi aligerar un poco las cosas.

—Agustina, hola!

Saludé con mi mejor sonrisa con mi mirada enfocada en la chica. Ella pareció un poco aliviada, así así me devolvió el gesto.

—Carolina, cuanto tiempo sin verte.

Podía sentir el cuerpo de mi novio tenso, detrás de mí, tal parece que no estaba muy cómodo con el encuentro. Tomé la mando de Agustín por lo bajo, apretandola en un gesto para intentar aligerar las cosas.
Al parecer entendió el gesto.

—Hola, Agustina.

Bueno, creo que me equivoqué. El ambiente pareció tensarse cada vez más. Ella le devolvió el saludo y los tres nos quedamos en completo silencio. Yo me consideraba pésima para sacar tema de conversación, de verdad, si me pagaran por sacar platica, me moría de hambre, pero algo tenía que hacer, así que abrí la boca nuevamente para decir algo, pero Agustina habló antes. Por suerte.

—Me alegro mucho por ustedes.

Soltó sin más, dejándonos pasmados a Agustín y a mi. Mi rostro debió de haber reflejado confusión pura, ya que la chica señaló nuestras manos unidas.

—En verdad me alegro, ¿Está bien?— Sonrió y luego dirigió su mirada hacia mi —Lo mío con Agus ya fue, además... aunque me pese decirlo, siempre fuiste tú.

Descifrando miradas [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora