¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¿No crees que ha pasado demasiado en muy poco tiempo? —Bruno desvía la mirada de sus tanques de gas hacia su hermano en cuanto distingue su voz. Le observa por un momento antes de asentir de acuerdo con sus pensamientos.
—Si, estábamos a punto de elegir nuestra facción... y nos atacan los titanes, más de la mitad de nuestros compañeros murieron frente nuestros ojos y ahora... ese titán que pelea con los suyos. —relata el más pequeño, seguido de un suspiro.
Muchas cosas sucedieron en un lapso de cortas horas, demasiado para siquiera detenerse a mirar a su alrededor y procesarlo. No tenían tiempo para caer en la realidad de todo lo que habían perdido, porque si lo hacían, no serían capaces de seguir adelante.
Pensaba en Eren, quien más le afectaba de todas las muertes que tuvo que presenciar, puesto que era más cercano al castaño que al resto. Pero todas y cada una de ellas le dolía igualmente.
Porque sabía lo que se sentía perder a quien consideras tu familia, con quién pasaste tantos años de tu vida, tener que afrontar una realidad tan cruda y devastadora sin su compañía era algo demasiado doloroso.
Aunque habían varias cosas en su cabeza, muchas de ellas salieron a flote con el ataque de los titanes, aquellas que había enterrado por mucho tiempo, aquellos a quienes había intentado olvidar.
Quería correr, escaparse junto a su hermano, irse lejos de allí. Lejos de esa guerra que se encontraba estallando justo bajo sus pies, y no encontraba nada para evitar la caída. Estaba exhausto.
—Lo bueno es que estás bien, y yo también. Estamos juntos. —Elias le sonríe, palmeando su hombro al ver cómo su mirada se había perdido en sus manos, sosteniendo los tanques de gas.— Mientras estés a mi lado, nada es tan terrible.
Bruno no pudo evitar mirarle, regalándole una sonrisa de inmediato.
—Tienes razón, Elias. Aunque pueda sonar egoísta... me hace muy feliz saber que a pesar de todas las muertes tú sigues conmigo.
—Me rendí ante un titán... ¡Es una vergüenza! —exclama Sasha a su lado, entre gritos y lamentos, quien se encontraba a su lado recargando sus tanques.
Suelta una carcajada, logrando que aquellos negativos pensamientos abandonaran su cabeza. Palmea su hombro mientras Connie la regaña.
—No seas tan dura con la niña, Connie. —el rubio abraza a la chica que lloraba a moco tendido, protegiéndola entre sus brazos.— ¿No ves que está chiquita? Solo está asustada.
—¿Chiquita? ¡Ayer casi me arranca un ojo para quitarme la comida!
—¡Era un desperdicio! ¡Si las papas se enfriaban, no sabrían bien! —Elias miraba la escena de reojo, aún acomodando los tanques en su equipo.
—¡Excusas! ¡Eres una ladrona de comida, chica patata!
