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—¿Estás seguro, Levi?

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—¿Estás seguro, Levi?

En una de las oficinas principales en la sede de la legión, se encontraban reunidos el comandante Erwin, junto a los capitanes de escuadrón Levi y Hange, quien era acompañada por Moblit cómo era costumbre.

No habían tenido tiempo de relajarse incluso luego de una enorme celebración para festejar la nueva reina, aún habían demasiadas cosas por tratar y a pesar de que habían dado días de descanso a los soldados, ellos no tenían razón para hacerlo.

Y el pelinegro, quien yacía con su uniforme pulcro y sin arrugas sentado frente al comandante, le dió un sorbo a su taza de té antes de responder.

—Completamente, ya no tengo dudas al respecto. —menciona con obviedad, manteniendo la sería mirada sobre el de cejas pobladas. Moblit se mantenía en silencio, mientras que Hange leía un reporte de dos hojas sobre las pruebas que había recolectado desde el momento en el que le fue ordenado vigilar al soldado Krieger.

—Bueno, viendo lo que hay aquí, todo concuerda a nuestras sospechas... más aún no sabemos las razones de sus actos. Ni tampoco tenemos la certeza de qué tipo de titán pueda poseer. —le entrega el reporte a Erwin, quien se dispone a leerlo en silencio.

—Desde el primer momento sospechaba de él. ¿No es así, Erwin?

—Si. —responde sin apartar la mirada de la elegante y fina letra del capitán.— Hange y yo conocíamos a los padres de Elias, Liesel y Dominik. Fueron compañeros nuestros antes de que te unirás a la legión, pero cuando lo hiciste ellos se retiraron para criar a su primer y único hijo.

—De vez en cuando los visitabamos, eran buenos amigos así que mantuvimos una relación de amistad incluso fuera del trabajo. —retoma la castaña, tomando asiento frente al escritorio mientras Moblit a su lado se mantiene de pie.— Es por eso que conocimos a Elías cuando era pequeño, aunque él no nos recuerde.

Levi no comprendía del todo por qué tenía que escuchar las anécdotas del pasado de esos dos, pero aún así se mantuvo en silencio y de brazos cruzados.

—Bruno no es su hermano de sangre, por obvias razones. —comenta Erwin, depositando calmadamente los papeles sobre el escritorio.— Pero no fue eso lo que me llamó la atención, sino el hecho de que fue encontrado por Elias justo luego de la caída del muro María.

El pelinegro frunce el ceño ante aquella afirmación, nunca se había interesado por saber el pasado de sus soldados. A pesar de que eran chicos a los que apreciaba, no creía prudente meter las narices dónde no debía. Siendo que era su superior y tal vez mentor, más no eran amigos para andar revelando intimidades.

—Hange logró mantener una conversación con Elias, con la excusa de que era amiga de sus padres, para averiguar un poco más sobre el pasado de su hermano. —abre el cajón y saca un par de notas con una letra desprolija, casi ilegible, que pertenecían a la mencionada.— Pudo encontrar información como que la familia de Bruno fue asesinada, y que Krieger lo encontró en el refugio para los damnificados en el muro Rose. Según este reporte, estaba solo y había atentado contra su propia vida. Lo acogió en lo que quedaba de su familia, sus abuelos maternos. Él tenía once años mientras que Elias tenía doce, desde entonces se mantuvieron juntos y desarrollaron un apego especial, una relación de hermandad que perdura hasta el día de hoy.

❛SACRIFICE❜ ⸺ 𝗔𝗧𝗧𝗔𝗖𝗞 𝗢𝗡 𝗧𝗜𝗧𝗔𝗡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora