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—¿Están vivos? —pregunta Elias, soltando a Sasha a la cual había abrazado para que ésta no saliera volando por la intensa brisa.
—¡No lo sé! —exclama Connie.
—Yo creo que sí... —Sasha masajea adolorida su cabeza. Jean se sorprende al ver a Mikasa y Armin acercarse a ellos, parecían estar sanos y salvos, sin ningún rasguño visible.
—¡Mikasa, Armin! ¡Cuidado, detrás de ustedes! —todos se alarman al ver una prominente silueta acercarse entre el polvo y los escombros, las pisadas resonaban con fuerza. Todos se preparan con las lanzas para atacar, pero Armin rápidamente los detiene.
—¡Esperen! ¡No disparen! ¡Viene con nosotros! —intenta explicar, pero los demás no parecen entenderlo.
—¿Con ustedes? ¡Es uno de ellos! ¡Nosotros solo tenemos a Eren! —exclama Connie, apuntando al desconocido titán con la lanza, pero Mikasa lo detiene.
—Nos ayudo con Armin a evitar la explosión. —vuelve a mencionar ésta vez la pelinegra.— A mí también me cuesta asimilarlo, pero está de nuestro lado ahora.
—¿Quién...? —las palabras de Sasha son interrumpidas.
—¿Dónde está Bruno? —Elias mira hacia todas direcciones con inquietud.— Él estaba con ustedes. ¿Verdad?
Armin y Mikasa se miran, pero antes de poder responderle, el titán cae de rodillas a tres metros de ellos. Eren aún sostiene en sus manos y hombros a los demás, mirando expectante la nuca del titán que se abre con lentitud emitiendo un denso vapor.
Una cabellera rubia se asoma por ella, las marcas en sus ojos que alcanza hasta sus mejillas les imposibilita por breves segundos reconocer que se trataba de Bruno. Quien luchaba por mantenerse consciente y respirar con normalidad, pero transformarse le había resulta un exceso de esfuerzo al que se había desacostumbrado.
—¿Bruno...?
—¿Cómo es posible...?
Parpadea un momento, perdiendo la mirada en el cielo azul por unos segundos. Escuchaba las voces de sus amigos exclamar su nombre, pero le estaba resultando demasiado difícil controlar los efectos de la transformación.
Unos brazos lo sostienen con fuerza, intentando sacarlo del interior completamente puesto que solo había asomado su torso y cabeza. Baja la mirada, divisando la cabellera plateada de su hermano.
El solo pensamiento de tener a su hermano sobre su titán le aterró más que nunca. Se sacude, intentando librarse de su agarre, y como si hubiera caído de bruces en el suelo, recupera la consciencia completamente.
Jadea en busca de aire, sacude su cabeza que palpita dolorosamente pero se recompone rápidamente. Mira a sus amigos, quienes entre sorprendidos y enojados comienzan a bombardearlo con preguntas.
—Chicos, ya habrá momento de hablar y que me reprochen lo que les haga falta. —menciona con un hilo de voz.— Tenemos algo más importante de lo qué ocuparnos ahora.
