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—¡Espera, no vayas tan rápido! —exclama mientras corre detrás de una niña de cabellos castaños y ojos del mismo tono

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—¡Espera, no vayas tan rápido! —exclama mientras corre detrás de una niña de cabellos castaños y ojos del mismo tono.

—¡Pero se van a acabar!

Entre tropezones y quejas, llegaron a un puesto donde vendían dulces, los favoritos de la pequeña. Se formó en la fila detrás del último señor que esperaba pacientemente su turno.

Se cruza de brazos mirándola, una mueca en el rostro que se convierte en una sonrisa llena de dulzura, sus coletas se movían de un lado a otro cada vez que daba saltitos; como si de aquella forma la fila avanzara más rápido.

Era costumbre verlos a ambos allí luego del almuerzo, aunque su madre les había prohibido comer dulces por la hiperactividad de la menor, se escabullían diariamente por la tarde con el pretexto de salir a jugar, cuando en realidad iban a llenar sus estómagos de caramelos de muchos sabores.

El hombre los atiende con una sonrisa, recibe las monedas de la niña y a cambio le entrega una bolsita que ya había preparado con anterioridad. A veces llevaba dinero de más y a veces de menos, pero el adulto se regocijaba con esos rostros llenos de ilusión y alegría al recibirlos; por lo que eran la única excepción.

Siendo el mayor, toma la mano de la niña que se encontraba atascandose con dulces y comienza a guiarla lejos de la calle principal. Se sientan en el suelo, la castaña entre las piernas de su hermano y le ofrece la bolsa, queriendo compartir aquel manjar con la persona que más amaba en el mundo.

—¿Por qué estás tan amable hoy? —pregunta mientras toma un caramelo, lo desenvuelve y lo lleva a su boca.— Nunca me compartes de tus dulces favoritos...

—Es que... creí que si comenzaba a compartirte de mis dulces favoritos, volverías a casa más temprano para jugar conmigo...

—Pulguita, sabes que intento pasar todo el tiempo posible contigo. —menciona, acariciando la mejilla y admirando esos ojos castaños que le miran con tristeza.

—¡Pero no es lo mismo! ¡Quiero tenerte todo el día conmigo! —infla sus cachetes, enseñándole su mejor expresión de berrinche logrando que el mayor riera.

—No puedo simplemente faltar al entrenamiento, mamá y papá se enfadarían mucho conmigo. Lo sabes, ¿verdad?

La castaña asiente, pero sus ojos de todas formas lagrimean. Estar lejos de su hermano la angustiaba demasiado.

—Venga, no llores. Tu carita es muy preciosa para llenarla de lágrimas, mejor disfrutemos del tiempo que ahora tenemos juntos.

—¿Me prometes que volverás siempre para jugar conmigo?

❛SACRIFICE❜ ⸺ 𝗔𝗧𝗧𝗔𝗖𝗞 𝗢𝗡 𝗧𝗜𝗧𝗔𝗡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora