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El contenido de aquellos libros se había hecho público, y la conmoción no tardó en recorrer cada distrito de las murallas, la noticia se esparció por todo el territorio tan rápido como la pólvora. A excepción del caso de Bruno, que por órdenes de los altos mandos se mantuvo en secreto, quedando únicamente entre los miembros de la milicia. No creían que fuera relevante ni mucho menos necesario exponer que uno de los forasteros era aún bienvenido dentro de las murallas, no ahora que la verdad sobre el exterior había salido a la luz.

Únicamente, fue reconocido como un arma importante de la humanidad, al igual que Eren y Armin. Y eso a Bruno no le molestaba en lo absoluto. No tenía el derecho de quejarse, y siendo honesto, estaba más que acostumbrado a ser utilizado como un arma.

Acarició detrás de las orejas de su yegua. Había pasado una semana desde que fue puesto en libertad nuevamente, pero desde entonces no había podido coincidir con sus amigos, al haber sido suspendido por el momento de sus labores dentro de la legión, no tenía dónde ir. No tuvo más remedio que volver a casa de sus abuelos, y contra todo pronóstico, se vio obligado a contar la verdad.

Esperaba algún regaño, incluso ser echado de esa casa puesto que anteriormente había vivido un momento similar. El rubio estaba más que acostumbrado al abandono, aunque no por eso dejaba de afectarle tanto. Pero a pesar de haber confesado y contado toda su historia, aquellos ancianos lo recibieron con los brazos abiertos. Elias había tenido razón, ellos tenían un corazón tan noble que no dudarían en perdonar todos sus pecados.

Por algún motivo, la culpa disminuyó un poco, había tenido tiempo de sobra para reflexionar y pensar. A pesar de que nunca podría superar ese cargo de consciencia que llevaba consigo, de alguna forma se había mentalizado que de haberse resistido, nada hubiera cambiado.

El jamás contribuyó ni ayudó en los planes macabros de sus compañeros, él podía entender sus razones y aquello que los impulsaba a seguir contra todo lo que pudieran haber encontrado dentro de los muros; porque ellos aún tenían algo a lo que volver, a diferencia de él, que había perdido todo.

Había formado su propia familia, una vida en la que era feliz, y no quería permitirle a nadie arruinar eso. No quería que volvieran a arrebatarle a su familia, ni mucho menos perder esos momentos de felicidad que antes solo había sentido con la pequeña castaña.

Se monta en su caballo, a lo lejos encontró a sus amigos, pero había sido asignado bajo el cuidado de un escuadrón de la policía militar. Aún seguía en la mira de los altos cargos del gobierno, pero no era algo que le preocupara mucho. Historia había aceptado esa condición únicamente para mantener tranquilos a los superiores.

Habían parado para descansar luego de cruzar la muralla María, puesto que llevaban casi dos días cabalgando. El terreno se encontraba libre de titanes, gracias a un invento de la ahora comandante de la legión Hange, habían podido exterminar hasta el último de ellos.

Al cabo de unas horas cabalgando, los miembros de la policía se detienen, murmurando entre ellos. Bruno intenta asomar su cabeza por encima de sus hombros pero le resulta imposible ver lo que causaba tanto revuelo. Se baja de su caballo, ignorando las advertencias de la policía para encaminarse cerca de donde todos se formaban en un círculo.

A mitad de camino, se encuentra con Hange que parecía estar buscándolo, porque suspira con agobio cuando lo ve.

—Bruno, por fin te encuentro. —el rubio alza una ceja.— No hay tiempo para explicaciones, Eren dijo que lo mejor sería dejar que tú decidieras qué hacer.

—¿De qué se trata, comandante? —pregunta con curiosidad, caminando a la par que la mujer.

—Será mejor que lo veas tu mismo, no sé si soy capaz de decirlo.

❛SACRIFICE❜ ⸺ 𝗔𝗧𝗧𝗔𝗖𝗞 𝗢𝗡 𝗧𝗜𝗧𝗔𝗡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora