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—¿Quién dijo que caminaran? ¡Corran, hijos de esa sucia cerda! —exclama el comandante Magath subido a su caballo, bajo la lluvia observando con desprecio y furia a los pequeños guerreros que corrían cargados con mochilas y rifles en sus manos.— ¿No quieren ser honorables marleyenses?

Evan suspiraba con pesadez, ajustando el agarre de sus manos sobre el rifle que viajaba de un lado al otro acompañando sus bruscos movimientos. Llevaban dos horas bajo la lluvia corriendo en círculos por ese campo, dificultando el paso por el barro que se atasca en sus zapatos.

Su cuerpo amenaza con derrumbarse, su pecho dolía por la falta de aire y le temblaban las extremidades por el frío. Pero si se detenía, si se atrevía a ir en contra de las exigencias del comandante, todo su esfuerzo habría sido en vano.

Tuvo que soportar al menos dos horas más de exhaustivos entrenamientos. Fuerza, puntería, resistencia y clases de estrategia impartidas por sus tantos superiores; quienes aprovechaban cada oportunidad para insultarlos y despreciarlos por la sangre que corría por sus venas.

Su cabello rubio se pegó a su frente, y su espalda choca con rudeza contra la pared cuando se recarga en ella bruscamente. Respiraba con dificultad, sus pulmones dolían al recibir oxígeno y sus mejillas sonrojadas le daban un aspecto débil, y lamentable.

Alza la mirada por un momento, a unos pocos metros se encontraba el resto de sus compañeros casi igual que él, menos aquel muchacho de cabello rubio, el mismo que tomó la palabra portando una enorme sonrisa en el rostro.

—¿Saben qué? Dentro de unos años atacarán la isla Paradis. —menciona en voz alta, alzando la mirada para posarla sobre esos niños que había aprendido a querer un poco con el paso del tiempo.— Llegó la hora de que heredemos a los titanes. Siete de nosotros ocho.

Le lanza la manzana mordida a Marcel, el hermano mayor de Porco, quien le da un mordisco con entusiasmo. No solo por probar algo luego de muchas horas de arduo entrenamiento, sino por las palabras de Zeke, el más grande de todos ellos y al que consideraban un hermano mayor al cual acudir cuando estaban en problemas.

—¡Genial! Por fin seré marleyense... —exclama con emoción Reiner, pero Porco inmediatamente se encarga de arruinar sus fantasías.

—¿Qué? No te alegres mucho. —menciona con altanería.— Si sobra uno, serás tú o tu primo, los peores.

El rubio le sonríe con burla al más pequeño, el menor de todos ellos.

—¿Cómo dices? —Reiner le enfrenta, furioso. Evan desvía la mirada, sabiendo que se avecinaba otra pelea de esos dos, las cuales le tenían bastante harto desde el primer día.

—¿Cuál es su mayor virtud? ¿Resistentes? ¿Inteligentes? —suelta una carcajada.— Pensándolo bien, seguro seas tú porque al menos Evan es el mejor en algo. En la lucha, incluso por encima de Annie, gracias a sus increíbles reflejos tengo que admitir. Lo único que te valoraron fue la lealtad a Marley. Dijiste que exterminarías a todos los demonios de la isla.

—¿Te estás burlando de nuestra misión? —recrimina Reiner, sujetando con brusquedad su muñeca logrando que la manzana se le cayera al suelo.— ¿O eres de los que quieren el retorno de Eldia?

—¡¿Ah?!

—¡Tiene que ser eso! ¡Informaré al capitán!

—¡No digas tonterías, idiota! —le responde furioso Galliard, propinandole un golpe.

Evan mira con el ceño fruncido a Reiner en el suelo, quejándose por el golpe en su nariz.

“Se ve patético” piensa antes de separar la espalda de la pared y emprender camino de vuelta a casa. No pensaba soportar otra pelea de gritos y golpes entre esos dos, estaba exhausto y lo que menos necesitaba era empeorar su dolor de cabeza.

❛SACRIFICE❜ ⸺ 𝗔𝗧𝗧𝗔𝗖𝗞 𝗢𝗡 𝗧𝗜𝗧𝗔𝗡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora