2. Fantasmas

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Cuatro años más tarde volví a soñar con ella

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Cuatro años más tarde volví a soñar con ella.

Soñé con sus ojos llenos de lágrimas mintiéndome sin siquiera arredrarse y con sus brazos temblorosos dándome un último abrazo antes de darse la vuelta y dejarme para siempre. Dijo que llamaría, pero nunca lo hizo. Me dejó con la duda y con todos nuestros planes guardados en una caja polvorosa dentro del buró. Uno pensaría que después de cuatro años cesarían los recuerdos, pero la verdad es que solo se hacen más frecuentes.

Las noticias generalmente mórbidas de nuestra Santa Elena son más optimistas esta mañana: una especie de halcón considerada extinta fue vista en el centro de la ciudad armando un nido para sus crías, nuestro mediocre equipo de futbol derrotó al campeón nacional 3-1 en un partido amistoso y un albergue canino anunció que, por primera vez en su historia, todos los perros habían sido adoptados.

Hoy mi viejo Cadillac no batalla en el encendido y me encuentro un billete en la bolsa derecha del pantalón, el clima que normalmente es helado en las mañanas está bastante cordial y el vecino que corta el césped sin falta cada mañana se ha quedado dormido. En esta ciudad no hay excepciones, así que si todo anda bien es porque algo anda mal, pero no hay tiempo de averiguar qué, voy tarde.

El camino a la escuela está despejado, no hay ni un auto en el camino y me tocan todas las luces verdes en cada intersección. Si es que hay un destino, no está de mi lado porque no me emociona llegar a la escuela hoy específicamente. Es el primer día del último semestre de preparatoria, seis meses más y tendré que tomar decisiones para las que nadie está preparado a los diecisiete, el tiempo se ha pasado volando.

Le prometí a Barbie que nos mudaríamos juntos después de graduarnos y que la seguiría hacia donde sea que la acepten a estudiar, o más bien en su brillante caso, a dónde le den una mejor oferta. Tenemos guardada una lista de muebles que queremos comprar en la página de IKEA y hasta hemos guardado en cajas pequeños artilugios y souvenirs que colocaremos en nuestro librero cuando sea que encontremos casa. El imaginarnos juntos me da calma hasta que recuerdo lo caro que sale vivir en estos tiempos, no soy muy bueno en la escuela y me preocupa poder conseguir un buen trabajo para darle tranquilidad. Hemos escrito nuestro destino, está trazado de nuestro puño y letra, no hay margen de error de que las cosas deban ser de esa manera, pero en días como este me pregunto si no nos hemos adelantado un poco.

Al llegar a la escuela, el estacionamiento está relativamente lleno pero me encuentro de frente un lugar vacío como si me estuviera esperando. Inmediatamente después de apagar el motor me recibe Mike golpeando mi ventana con su teléfono celular, en la pantalla tiene abierta una conversación larga, y dice algo tras el cristal, seguramente estuvo hablando con, Jessica su crush de toda la vida. Tan pronto abro la puerta, me pone el celular en las manos.

—Te juro que le gusto también —dice.

—No, hermano, seguramente estás leyendo entre líneas.

—Lee, anda.

Cielo por tu LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora