Va un año tres meses de que Lucía no está y seis desde que no estoy yo tampoco. Mi familia y yo hemos dejado atrás Vallejo y nos mudamos a una pequeña casa en Santa Elena y ahí he tomado como de lienzo en blanco para empezar de nuevo.
Hemos dejado atrás el número de teléfono y con él, el último puente que me conectaba a Luz. Es lo mejor, lo dice mi mamá, lo dice mi psicólogo y lo digo yo. Aquí no mencionaré su nombre ni miraré de nuevo su rostro, aunque guardaré el scrapbook... solo porque sí.
Me he hecho de un nuevo amigo en mi primera semana de preparatoria: Miguel, que exactamente el tipo de persona del que mis padres me han advertido alejarme y, sin embargo, es la amistad más leal que he tenido. Mike es temerario, no le importa nada y con él me meto en constantes problemas, admiro su manera de ir por la vida sin temerle al pasado ni al futuro. Una de las cosas más interesantes de mi nuevo mejor amigo es su mejor amiga, que también es todo lo contrario a él, pero en otro sentido: Barbara.
Está parada en en el pasillo platicando con otras chicas, el sol que entra por la ventana ilumina su cabello rubio de manera que es imposible no voltear a verla. Su sonrisa es hermosa sin ningún esfuerzo, sus ojos del color más exótico que he visto. Es una escultura de Buonarroti, una pintura de Da Vinci, causa algo en mí que pensé no volver a sentir nunca. Mike ríe al notar que me pongo rojo.
—¿Ella? —Pregunta. —Es Barbie, mi mejor amiga. Ven, te la presento.
Y así sin planearlo, entra Barbara a mi vida. Cerca, inalcanzable. Nos presentamos, pero nada más, porque ella pertenece a otro mundo y nunca se fijaría en alguien como yo. Aunque de vez en cuando roza mi mano con la suya, y de vez en cuando iniciamos pláticas largas de cosas sin importancia. Mike se niega a dar comentario a ninguno de los dos. Y así los meses.
Esta mañana Barbie es la chica más hermosa del lugar y me está mirando de vuelta. Desde el otro lado del salón se acomoda el cabello, pretende mirar hacia otro lado y se sonroja. Una sensación cálida me llena el pecho, un cosquilleo, mariposas.
Me he estado tratando de convencer de que no es más que una fase, que eso del amor no es algo que a mí se me dé, que es mejor si dejo que esto pase, pero no puedo. Este sentimiento solo se hace más fuerte. Sonríe, sonrío también, una de sus amigas se da cuenta y voltea en mi dirección, le dice algo y ambas ríen.
El maestro entra y nos ordena a todos sentarnos, trae los resultados de nuestros exámenes de matemáticas y no se mira muy contento. Barbie y yo compartimos una última mirada antes de que volvamos a la pizarra. Se empiezan a a leer los nombres y los resultados.
Barbie sacó 10, yo saqué 2.3. El maestro se toma dos minutos para preguntar enfrente de todos cómo es que uno saca 2.3 en un examen de geometría. ¿Cómo es que uno falla tan magníficamente? Mike se bota de la risa, mis otros compañeros también, yo también, pero no Barbie, ella voltea un tanto preocupada. Me manda un mensaje preguntando «¿Qué demonios, Alex?"
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Cielo por tu Luz
Ficção AdolescenteTodos tenemos tres amores en la vida... Cuatro años después de desvanecerse sin dejar rastro, Lucía Hernández regresa como si nada a Santa Elena, poniendo de cabeza todo a su paso, especialmente el mundo de Alex, su ex-novio, a quien dejó con mentir...