4. Reencuentro

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El clima ha vuelto a la normalidad, helado por la mañana, terriblemente caliente al medio día

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El clima ha vuelto a la normalidad, helado por la mañana, terriblemente caliente al medio día.

Barbie me saluda en la mañana, las cosas están un poco tensas entre nosotros, nos besamos no en la boca sino en la comisura de los labios y solamente en un roce. Me pregunta que si dormí bien, que si me siento mejor, le respondo que no concilié bien el sueño, pero que me siento mejor un poco. Después de eso nos despedimos y procedemos a pasar otro nada notable día de clases o al menos es lo que espero. No dormí nada ayer de andar pensando en lo que no debería. En quien no debería.

A medio día el maestro me saca del salón porque me he quedado dormido, ni todo el estrés ni la presión alta que traigo es suficiente para mantenerme despierto después de mi desvelo, me dice que vaya a echarme agua en la cara, así que salgo al baño y lo hago. Ya un poco más despierto, salgo a tomar un poco de aire. Mike suele estar en la cancha de basketball todo el día, bromeamos que debería buscar una beca deportiva porque al menos para eso es bastante bueno, esta vez no está ahí. Se me ocurre que no lo he visto en todo el día, recuerdo que ayer entre su emoción me dijo que tenía algo importante que hacer pero no recuerdo qué, no le estaba prestando atención, pero tampoco he visto a Jessica entonces supongo que es algo que tiene que ver con ella.

Al entrar de vuelta a la escuela algo no anda bien. Un viento frío resopla contra las paredes y sobre mi piel, a través de mis huesos. Al final del pasillo, frente a un casillero está mi fantasma sacando una libreta del casillero, no nota mi presencia. Tiene en la mano su teléfono, responde a un mensaje no sé de quién. Cierra el casillero aún sin voltear a verme, me da la espalda, dirigiéndose hacia la escalera que da al segundo piso.

Mi corazón se acelera y mis pensamientos se sienten cada vez más confusos. Sus ojos almendra, su cabello castaño lacio que apenas cae sobre sus hombros sin ningún esfuerzo, sus cejas que sin importar el lugar o la hora siempre lucen perfectas, las pecas en su nariz y debajo de sus pestañas, el color y la forma de sus labios. Inhalo, sintiendo el aire pasar desde mi nariz hasta mis pulmones y de vuelta, un cosquilleo en la punta de mis dedos, un temblor en las rodillas. Un escalofrío que viene desde mi espalda.

Hay muchas cosas que no sé y a veces hasta dudo de mi existencia, pero si de algo estoy seguro es que esa es Lucía Hernández y aunque me estoy volviendo loco, no me la estoy imaginando. Antes de que se de la vuelta, pregunto con el último aire que le queda a mis pulmones:

—¿Lucía?

Luz se detiene un instante y voltea en mi dirección. Su rostro se vuelve cuatro tonos más blanco, entrecierra los ojos.

—¿Alejandro? —Pregunta y retrocede como si hubiera visto también un fantasma. —¿Qué haces aquí?

—Podría preguntarte lo mismo.

Sus labios se mueven pero de su boca no emana ningún sonido, agacha la cabeza. Escuchar su voz se siente tan extraño, una experiencia casi paranormal. Luz palidece aún más, sus dedos tiemblan, respira en intervalos cortos tratando de encontrar qué decir. ¿Qué vas a decir? ¿Dónde estuviste todo este tiempo? Sea lo que sea, quiero escucharlo. Niega con la cabeza y sonríe por un instante, como si estuviera contenta de verme, triste al mismo tiempo.

Cielo por tu LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora