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𝐉 𝐚 𝐦 𝐞 𝐬 .҉ 𝐏 𝐨 𝐭 𝐭 𝐞 𝐫
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James y Emily eran la pareja del momento. Todo el alumnado los veía como la pareja perfecta, volviéndose rápidamente el centro de atención, pues verlos era como ver una vieja película romántica cliché.
Ambos eran la combinación de locura y romanticismo que cautivaba las pantallas; Emily gritando a todo pulmón en los partidos con su rostro pintado en tonos carmesí y dorados, con el suéter de los leones, animando a su chico de ojos miel, e insultándolo un poco para que dejara de distraerse. Mientras que James era el chico de mejillas verdes y plateadas, con la bufanda de su bufanda de su novia al rededor del cuello, sentado junto a los amigos de ella, gritando a coro e insultando a cualquiera que se acercara peligrosamente a ella, más cuando resultaba lastimada.
Eran dos polos opuestos que habían decidido cambiar para adaptarse al otro, y encajar perfectamente. La rubia había sacado lo mejor del miope, dejando salir al gran corazón que siempre tuvo. Carismático, cariñoso, bromista, responsable, empático, amigable. Había desaparecido los prejuicios de James, dejando ver al mundo que el gran ego que tenía James Potter, era acompañado con un corazón a juego. Pero el azabache no se encontraba atrás, su novia había aprendido a desenvolverse mejor con su entorno, había aprendido a tener una paciencia del tamaño del lago negro y su irrompible responsabilidad había sido manchada con chispas de atrevimiento. Ambos se habían enseñado sus formas de vivir, creando una en la que ambos se sintieran cómodos.
—Si llegamos tarde al examen, juro que te matare.— Lo regaña la rubia, caminando a paso rápido para llegar a la prueba de pociones.
—No llegaremos tarde a clase, si no hay clase.—Dijo James. Emily lo vio con desconfianza y una explosión se escucho.
—¿Qué hiciste ahora?—Pregunto cerrando los ojos, intentando no ver lo que su novio había causado esta vez.
Los estudiantes y el profesor salían tosiendo del salón, cubriendo su nariz y boca con la túnica para no inhalar el apestoso humo.
