¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝐑 𝐞 𝐠 𝐮 𝐥 𝐮 𝐬 .҉ 𝐁 𝐥 𝐚 𝐜 𝐤
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La familia real de Inglaterra estaba sufriendo una crisis.
Los problemas que aquejan a un país, los deberes que deben cumplir y las grandes cargas de trabajo diario, era algo esperado. Pero el que la primogénita Winston naciera con dotes diferentes, no era parte del plan.
A la corta edad de 5 años, la princesa Amybeth Edwina Windsor comenzó a mostrar actitudes extrañas. Objetos levitando, cosas moviendose e incluso, uno que otro incendio menor.
La casa real fue visitada por al menos 15 sacerdotes y el mismo papa. Nada parecía funcionar, no se veía la necesidad de un exorcismo - Ni mostró mucho resultado, pues la pequeña princesa reía, seguía la oración e incluso se persignaba junto al hombre. Nada estaba mal con ella.
¿Qué carajo le pasaba a la princesa entonces?
La duda se mantuvo hasta una tarde, dos meses después del cumpleaños 11 de la princesa, Cuando un hombre de barba blanca, gabardina y la compañía de una mujer adulta, se presentaron a la puerta del palacio alegando saber exactamente lo que padecía la princesa.
Magia.
Era su explicación. Y podía jurar que al menor un guardia presente en el lugar había reído. El Rey Philip, padre de Amybeth, río, mientras les pedía a los presentes que se retiraran y dejaran su broma de mal gusto.
Pero se negaron, sacaron una vara de madera e hicieron levitar el sofá en el que se encontraba. La Reina se quedó atonida, se acercó a los "magos" y, alertando a los guardias, movió el brazo en el que el hombre mantenía la varita y, efectivamente, el sofá en el que su esposo se encontraba le seguía el ritmo.
