CAPITULO 29.

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*Shannon*

Sentada en la primera clase de un avión con rumbo a Nueva York, Luke que está al lado de mí, me pone al corriente de lo que pasa en la empresa de mi padre, pero no me puedo concentrar. Lo veo y me es inevitable no sonreír al recordar el momento, hace apenas una hora, en que le presente a Kyle. Por un instante, creí que Kyle lo golpearía como hizo con Jared, pues la forma en que se le quedo viendo no fue muy amable. En cambio Luke, que se dio cuenta del porqué de su actitud, parecía querer estallar en carcajadas. Lo que hizo que Kyle se enojara más.

―Ah..., así que tú eres el abogado―le dijo Kyle, bastante cortante.

―Y tú el novio―replico Luke, bastante divertido.

En ese momento, yo no sabía si reír o gritar por ayuda. Finalmente, Luke se rio por lo bajo, negó con la cabeza y le ofreció su mano a Kyle, quien ―para mi sorpresa― se la estrecho con una sonrisa. Después de los incómodos momentos, vinieron los tristes. Digo tristes, porque tuve que despedirme de Kyle, y el avión casi se va sin Luke y sin mí. Kyle y yo nos abrazamos muy fuerte y por bastante tiempo en la puerta de embarque. Él no me soltaba y yo no quería que lo hiciera. Ambos sabíamos muy bien que estaré de regreso antes del viernes, sin embargo, al soltarnos ―cuando por fin lo hicimos― se sintió como si una parte de mí se quedara vacía.

Luke, al darse cuenta de que no le estoy poniendo atención, pone los ojos en blanco, cierra su laptop y se recuesta en el asiento.

―Ya hablaremos después―dice y se dispone a dormir.

Una de las azafatas nos despierta a Luke y a mí, cuando el piloto está por iniciar el aterrizaje. Y cuando por fin pongo los pies en el aeropuerto John F. Kennedy, un millón de recuerdos me nublan la vista. Muchos recuerdos son buenos, algunos otros me hacen pensar: "¿de verdad, yo, hice eso?". Algunos recuerdos más me hacen reír, otros suspirar, pero otros... Otros recuerdos, simplemente me hacen desear morir.

A pesar de la insistencia de Luke, me niego por completo a ir a mi casa en el lado este de Manhattan. Tanto los mejores como los peores recuerdos están ahí, así que creo que sería una mala idea regresar. De mala gana, Luke me lleva al hotel Ritz en donde pide una suite para mí. La habitación, que está en el piso 22, es bonita y grande. Toda la habitación está decorada en color beige con toques dorados, muebles son de color café, hueso y bronce. La cama también es grande, y las sabanas son tan lujosas como las pesadas cortinas, importadas desde Paris, o eso nos dijo la recepcionista. La vista, hacia Central Park, es esplendida. En el centro de la habitación, hay pequeña salita con tres sillones, en los que se puede ver cómodamente una pantalla plana de 52'' pulgadas. También hay DVD y un pequeño equipo de música. El baño y medio está hecho de porcelana, a excepción de la tina que es mármol.

Una vez que estoy completamente instalada, Luke me lleva a cenar. Durante la cena, prácticamente me suplica para que el día de mañana me porte como una señorita decente de buena familia. Eso me hace poner los ojos en blanco, pero sé que tiene razón. No debo darle al juez Carrington motivos para que atrase mi emancipación. Cuando terminamos de cenar, Luke se ofrece a acompañarme hasta mi habitación, pero yo me rehusó y lo envió a su apartamento con su novia, el lugar donde debe estar. Toda la noche me la paso sentada en uno de los cómodos sillones para leer, frente a la ventana viendo como la ciudad duerme.

A la mañana siguiente, miércoles, justo a las 7.00 a.m. en punto, Luke toca a la puerta y entra seguido de una camarera que trae el desayuno. Luke desayuna conmigo, para luego enviarme al baño para ducharme y arreglarme. Después de ducharme, y envolver mi cuerpo en toallas, descubro varias bolsas y algunas cajas sobre el lavabo. En una bolsa, hay ropa interior y calcetines. En otra, un par de leggins negros, una blusa de seda blanca, en otra bolsa más, de la misma marca, hay un suéter largo de lana gris claro y una bufanda hecha a mano de color blanco. En una de las cajas, descubro una maravillosa chaqueta, de cuero, negra. Después de que termino de vestirme, descubro dos cajas más de Louboutin; en una hay un par de botas grises altas, hasta la rodilla y de tacón alto, en la otra un espectacular bolso beige. Sin dejar de sonreír, termino de vestirme y arreglarme.

Mi Vida es Mejor Contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora