CAPITULO 17

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Pipipipi-pipipipi
-mierda de despertador, creo que es el sonido que mas odio en el mundo -digo mientras suelto un manotazo como cada mañana al despertador-
Recojo los cascos, que vuelven a estar quitados de mis orejas y tirados por la cama, enciendo el móvil, pongo la contraseña y miro la hora. Impresionante, creo que es la primera vez que no voy tarde, son las siete y media, si me doy prisa llegare hasta bien de tiempo. Bajo las escaleras medio dormida, casi me caigo, por cierto, giro la curva del pasillo para entrar a la cocina y me doy con el marco de la puerta
-Como cada mañana -digo en alto-
Me permito el lujo de hablar en alto porque no hay nadie en casa y porque estoy como una puta cabra que habla sola. Cojo un par de galletas oreo del paquete y me las como, bebo un yogur y vuelvo a subir a mi habitación. Vuelvo a mirar la hora, sinceramente creo que estoy obsesionada. Me pongo mis vaqueros altos y una camiseta de tirantes corta con estampado de colores. No hace ni frío ni calor, no hace ni para ir en los tirantes que llevo puestos ni en anorak de invierno, así que cojo mi cazadora vaquera estilo grunge y me hago el moño de siempre, porque mis pelos son un cuadro de picasso.
-Din-don -llaman a la puerta-
Bajo corriendo las escaleras y abro.
-Oh hola, ¿como tu por aquí?
-Pensé en recogerte, para ya sabes, que no te duermas como todos los días. -contesta Álvaro alegre-
-asi que el chico malo ha madrugado para avisarme eh, todo un detalle. Yo que pensaba que no ibas ni a clase. Anda pasa
Le mando pasar principalmente porque tengo todo regado por la habitación.
-Subo un momento a mi habitación para coger la mochila y demás testeles que tengo tirados y bajo -digo- quédate abajo, o sube, como tu quieras.
-Te espero abajo ¿vale?
Subo corriendo las escaleras en dirección a mi habitación, recojo la mochila del suelo, el móvil de la cama junto con mis indispensables cascos y las llaves de la mesa de trabajo , apago la música por enésima vez entre el día de ayer y lo que llevo de mañana (estaba sonando nota de suicidio de porta). Bajo corriendo otra vez.
-Buenos días, por cierto -digo a Álvaro-
Se me acerca y me da un beso en la boca. Este chico cada día me sorprende más.
-Buenos días niña -dice-
Amo cuando se pone en ese modo, en el punto perfecto entre cariñoso y ser el mismo chico malo-majo de siempre.

La vida de Jess.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora