CAPÍTULO 18

884 40 6
                                    

-Bueno que, ¿nos vamos? -digo-
-Tu primero señorita -dice mientras abre la puerta-
Nos reímos juntos mientras pasamos el porche.
-¿Te vas a pirar hoy? -me pregunta Álvaro digo yo que para sacar algún tema del que hablar-
-Nah pa un día que madrugo jaja
-Entonces me tendré que quedar por el instituto para que nadie te viole por ahí.
Seguimos hablando mientras caminamos en dirección del instituto, esta vez no vamos por el bosque, ya que es de noche y da muy mal rollo, te puede salir cualquier cosa de ahí. Pasamos por delante del bar, a estas horas no están abiertos (al menos los de mi barrio) nunca me había fijado la verdad, principalmente porque suelo ir pilladisima de tiempo y como que no ne voy a parar para ver si unos bares están abiertos o cerrado, pero hoy no, hoy vamos a nuestro ritmo, despacito como si no nos importase nada mas; me gusta ir así. Para no pasar por el bosque tenemos que bordear por detrás de unas casas, pero antes hay que pasar un parque y un canal. Es precioso ese canal, cuando era pequeña siempre soñaba con que me llevaba a mi marido y a mis hijos a ese canal y de la nada colgaba un cacho de muérdago. Vaya chorrada de sueño, ¿con mis hijos y mi marido? Que estupidez, os digo que de pequeña era gilipollas, tenia al coco comido o algo; nos hacían creer que tener hijos es bonito, que es de lo mejor, que el parto no duele la hostia y en las parejas no hay discusiones, ¡venga ya! Hay discusiones hasta sin ser pareja no te quiero ni contar viviendo todo el puto día con alguien, acabas de la neura macho, me atrevo a decir que hasta mas loco que yo.
-¡Mira! -grita de pronto Álvaro-
-Joder Álvaro que me va a dar un chungo con los sustos que me das últimamente
-Lo siento Jess pero mira que animal tan bonito -Dice señalando a la copa de un árbol-
-Álvaro, cariño, es una ardilla comiendo.
Álvaro se empieza a reír el solo, no lo entiendo, no he dicho nada. Mientras el se ríe por vete tu a saber que, saco mi móvil del bolsillo pequeño de la mochila, necesito mirar la hora, no se porque pero tengo la necesidad de saber la hora siempre, y es curioso porque casi siempre llego tarde a todos los sitios.
-¿Álvaro cuanto calculas que tardaremos de aquí al instituto sin pasar por el bosque?
-Diez minutos tal vez.
Perfecto, haga lo que haga voy a llegar tarde, son menos cinco y las clases empiezan a en punto, así que empiezo a meter prisa a Álvaro.
-Álvaro no es por meter prisa, pero tenemos como cinco, rectifico, cuatro minutos para llegar al instituto si no te quieres quedar fuera.
-No jodas ¿para eso madrugo? Acojonante.

La vida de Jess.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora