Tomé el pomo de la puerta entre mis manos y tras esta encontré una sorpresa que nunca esperé encontrar. Dean estaba tras de la puerta con una sonrisa discreta en el rostro, sus ojos grises me miraban con la felicidad asomándose en ellos al verme. Eso sin duda me hacía sentirme algo incómoda.
Mi cara es todo un poema al ver a Dean y sus grandes ojos grises que me miran con un brillo de felicidad en ellos. Nunca pensé que vendría a mi casa a verme, es decir, nos vemos a diario en la universidad. No hay razón para esta visita tan inesperada. En un intento de sonreír termino mostrándole una mueca.
Me hago a un lado dejándole pasar hacia el recibidor, luego hacia la sala desde donde se ve una magnífica vista del patio de la casa. Él mira la habitación y detiene su vista en el piano que hay en el lugar, eso me hace preguntarme el porqué, pero mi curiosidad no es tan grande como para preguntarle la razón de ello.
Al parecer me quedé mirándole fijamente ya que él levantó la vista hacia donde me encontraba, yo con mi cabeza ladeada. Él enarca una ceja mientras me mira esperando una reacción por mi parte, yo sólo soy capaz de dejar salir una discreta sonrisa la cual ha parecido que le ha alegrado el día a él. No pude resistirme más y tuve que hablar.
—¿Tocas el piano? —pregunto.
—Se puede decir que sí. —se rasca la nuca.
—De saber, no sé. —hace una pausa. —Pero me gustaría.
No respondí, sólo asentí con la cabeza. Estuve un rato conversando animadamente con Dean hasta que Joyce entra en la sala y nos mira con cara de asombro, aunque puedo ver en sus ojos asomarse tristeza, dolor y decepción. No puedo negar que eso me dolió —aunque no comprenda la razón — no me gusta verle triste, y menos quiero ser la causa de ello.
No digo absolutamente nada hasta que él sale de la sala dejándonos solos nuevamente a Dean y a mí. Dean sigue hablando animadamente, principalmente de la salida de este sábado mientras yo sólo le respondo con asentimientos de cabeza, y una que otra sonrisa. Literalmente mi cabeza anda en otro lado, específicamente con Joyce, no me gusta para nada verle así, tan abatido.
Cuando mis padres llegan a casa Dean aún se encuentra aquí, aunque ya está entrada la tarde. A mis padres les ha caído de maravillas, seguro ahora desean que socialice más con él debido a que es un chico de primera clase. Ruedo los ojos con ese pensamiento.
Mi madre invita a Dean a que se quede a cenar con nosotros. Suspiro mientras salgo de la sala seguida por él con dirección al comedor que se encuentra al otro lado del corredor. Mis padres se sientan a la mesa al igual que mis hermanos, Jea y Nina al lado de mi madre y Adam hacia el lado de mi padre, yo a su lado y Dean al lado mío.
Durante la cena mi padre no paraba de interrogar a Dean, aquí me he enterado de muchas cosas que ni siquiera tenía idea. Resulta que los padres de Dean son médicos, su madre ginecóloga y su padre cirujano cardiovascular. Son muy conocidos en toda Francia por su buen trabajo. Mi padre ha quedado encantado con él, luego de la cena sí se tuvo que marchar debido a la hora, mientras yo daba gracias mentalmente.
Luego de despedir a Dean en la puerta mi padre se acerca hasta donde me encuentro y con una sonrisa en sus labios me abraza. No entiendo a qué se debe su arrebato pero yo correspondo al abrazo luego de unos segundos, aunque no estaba muy segura de hacerlo. Mi madre que estaba a su lado nos mira con amor en sus ojos azules.
—Estoy feliz de que te relaciones con personas como él, Jade. —luego de decir esto se separa de mí.
Ni siquiera respondí, en cuanto les perdí de vista me apresuré en llegar hasta la cocina de la casa donde me encontré con Dede y otros de los tantos empleados de la mansión Lennox. Le pedí que hablara conmigo en un lugar más privado, pues no quería que los demás escucharan, capaz y le dijeran algo a mis padres y me ganase otro castigo y Joyce un despido que no merece.
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La Chica de París (LCF #1) [Terminada] ✔
Romance«Dos mundos distintos, dos personas diferentes, Jade Lennox y Joyce Scott. Eran dos amantes condenados a vivir su eterno amor en secreto. Ella encontró su hogar en sus ojos color miel que le brindaban la paz y la libertad que tanto anhelaba, y él e...