Al ver a mis padres en mi habitación y con un rostro más que enojado palidecí mientras sentía como mis piernas temblaban por el temor a lo que pudiese ocurrir. Papa se sentó sobre mi cama y mi maman siguió su acción para repetirla, los dos me miraban fijamente mientras no decían siquiera una sola palabra. De seguro estaban esperando a que yo hablase y así poder estallar en la discusión que se estaba por venir.
Di dos pasos hacia adelante y vi como ambos seguían mis movimientos con la vista, me puse de espalda a ellos y dejé caer la mochila que llevaba conmigo. En cuanto hice eso sentí la voz de papa a mis espaldas y un escalofrío me recorrió completamente la columna vertebral, sabía que tendría que hacer todo con sumo cuidado si es que quería volver y estar con Joy. Por un momento mi mente viajó a con mi hermano y me sentí mal ya que por mi causa él también la ha de estar pasando muy mal.
—¿En dónde estabas? —pregunta mi padre.Su voz se escucha mucho más grave de lo común, por eso sé que no me aguarda nada bueno. Tragué en seco y me giré hacia donde se encontraban sentados ambos, mis manos temblaban al mismo tiempo que mis piernas. Hice todo lo posible por no acercarme mucho ya que eso era bastante peligroso para mí en estos momentos.
—Te he hecho una pregunta, Jade Lennox. ¿Dónde estabas? —repite.
Me quedé muda, no dije absolutamente nada y fue por ello que mi padre se levantó de la cama y se acercó a mí. Maman también se puso sobre sus dos pies pero en su mirada podía darme cuenta de que temía de lo que Chevelier Lennox pudiese hacerme. Yo también temía por mí, ese hombre al que llamo papa estaba irreconocible, en cualquier momento era capaz de dañarme. Pero si en verdad deseaba una vida tranquila con Joyce era mejor enfrentarle de una vez y terminar con esa tortura.
—Estaba con Joyce, papa. —erguí mi espalda al decir esto.
La mandíbula de él se tensó, levantó su mano derecha y esta terminó estrellándose sobre mi mejilla. Pude sentir el sabor metálico de mi sangre dentro de mi boca, llevé mi mano hacia el lugar afectado y miré a ese hombre con recelo. Mi madre estaba cubriéndose la boca con ambas manos mientras un par de lágrimas salían de sus ojos. Lo siguiente que hice fue escupir mi sangre a los pies de mi papa y luego marcharme lo más pronto posible de ese lugar.
Bajé las escaleras corriendo rápidamente mientras mis lágrimas seguían saliendo continuamente, salí de la mansión y sentí como la brisa golpeaba suavemente mi cuerpo. Eso no me detuvo y comencé a correr, sabía a qué lugar tenía que dirigirme, en el único en el que me sentía a salvo de todo y todos. Deseaba que Joyce me abrazara y dijese que todo iba a acabar pronto, que no era más que un mal sueño del cual iba a despertar.
No podía llamarle porque había dejado mi iPhone con todas mis cosas en mi habitación. Luego de un rato llegué a su casa, aún sollozando y sobándome la nariz de vez en cuando. Vi el auto de mi padre estacionado frente a la casa, de seguro esperaba a que yo anduviese por aquí, así que me escondí detrás de un árbol que quedaba cerca de su casa. No podía entrar como de costumbre ya que me descubriría y no deseaba irme con mi padre nuevamente, así que la mejor opción era quedarme tranquila.
Un rato más tarde vi como mis padres se marchaban del lugar, maman iba cabizbaja y Chevelier parecía estar mucho más molesto de lo que ya estaba horas atrás. Cuando los perdí de vista me acerqué a la casa y entré, he de asegurar que mis ojos han de estar rojos, al igual que mi nariz por tanto llanto. Toqué la puerta de la casa y me di la vuelta para mirar el pequeño jardín que yacía en la casa, un par de minutos después Joyce abrió la puerta y la angustia que había en su rostro desapareció al verme. Lo abracé lo más rápido que pude y un par de lágrimas se salieron de mis ojos.
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La Chica de París (LCF #1) [Terminada] ✔
Romance«Dos mundos distintos, dos personas diferentes, Jade Lennox y Joyce Scott. Eran dos amantes condenados a vivir su eterno amor en secreto. Ella encontró su hogar en sus ojos color miel que le brindaban la paz y la libertad que tanto anhelaba, y él e...