El rostro de mi madre quedó totalmente desencajado al recibir la noticia, mi padre que había llevado una cucharada a su boca de comida casi se atraganta con esta. Tuvo que beber un vaso de agua para volver a la normalidad. Las gemelas no dijeron palabra alguna mientras que mi hermano nos miraba con una sonrisa en el rostro, se que estaba orgulloso de este gran paso que acabábamos de dar Joyce y yo.
Mi padre se levantó de su silla y apoyó sus manos sobre la mesa mientras nos miraba muy enojado a mi novio y a mí. Se que ellos no se esperaban nada de esto, pero es mejor que lo sepan y acepten de que él es mi novio y que lo amo, no pienso separarme de él ni aunque me prohíban verle, hablarle o algo así. Yo conozco a mis padres y sé de lo que son capaces, pero eso no me hará cambiar de opinión en cuento a todo lo que ocurre con Joyce y conmigo.
—¿Qué broma de mal gusto es esta, Jade Lennox? —pregunta mi padre con un tono de voz que nunca había escuchado de él.
—No es ninguna broma, papa, Joyce es mi novio y tienen que aceptarlo. —dije enderezando aún más mi espalda.
Mi padre comienza a reírse y mi madre y hermanos lo miran sin entender el porqué del arrebato que le ha dado a mi padre.
—Sabes que no vas a estar con él, Jade. —dijo apretando la mandíbula.
Comenzó a acercarse hacia donde me encontraba con Joyce a grande zancadas. Al llegar hasta donde nos encontrábamos me toma de forma brusca del brazo y de mis labios dejo salir un alarido. Joyce le mira con odio mientras sus ojos color miel que ahora tienen un destello de enojo caen sobre el brazo de mi padre que retiene el mío. Los ojos de mi progenitor están fijos en los míos y puedo percatarme de la determinación que él tiene para separarme de Joyce.
—Sr Lennox, por favor, suelte a Jade. —pide Joyce.
—No lo haré, tú lárgate de mi casa. —contesta de regreso mi padre.
—Claro que lo haré, pero no dejaré a Jade con usted. —responde y mi padre gira el rostro para mirarlo.
—Oh, claro que te irás, pero mi hija se queda aquí. No permitiré que te lleves a Jade.
Adam que hasta el momento no había dicho absolutamente nada se levantó de su asiento y se dirigió hacia donde nos encontrábamos. Sus manos se posicionaron sobre la de mi padre que estaba aún haciéndome daño en el brazo, sus ojos se esmeraron en encontrar los del hombre que nos dio la vida y cuando eso ocurrió este le pide algo demasiado doloroso a mi hermano mayor.
—Adam, saca a este hombre de la mansión.
Mi hermano le mira con cierta duda y por un instante creí que iba a cumplir el pedido de Chevelier Lennox, pero para mi sorpresa no fue así, y eso me hizo calmarme aunque sea un poco. Pero aún así el miedo en mi interior no se disipó ni siquiera un poco, temía por lo que pudiese suceder en esta casa en este momento.
—Lo siento, papa, pero no puedo hacer lo que deseas. —fueron las palabras de mi hermano.
Mi padre aprieta su mandíbula a la vez de que me suelta de una forma tan brusca que caigo al suelo, lo veo mandando a llamar a los de seguridad de la casa, ellos se presentan más rápido de lo que pensaba y luego de que mi padre les de un par de indicaciones sacan a la fuerza a Joyce de la mansión a la vez que nos retienen a mi hermano y a mí. Después de eso mi padre me vuelve a tomar del brazo y bruscamente me lleva a mi habitación, mi madre siguiendo todo el proceso bien de cerca.
—No volverás a ver a ese hombre, Jade. —aclara mi padre. —¿Ha quedado claro?
Después de eso el coge mi iPhone, mi laptop y se los lleva de la habitación dejándome en esta encerrada y llorando. Ahora ni siquiera tenía un modo para contactar a Joyce, ¿Qué haría ahora? Mi mala suerte me persigue y eso me hace preguntarme porqué Dios no me quiere, y me odia tanto para hacerme pasar por este tipo de cosas. Podría tener una relación normal con el chico que amo, pero no, eso es imposible, siempre he tenido una suerte muy mala en estos temas.
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La Chica de París (LCF #1) [Terminada] ✔
Romance«Dos mundos distintos, dos personas diferentes, Jade Lennox y Joyce Scott. Eran dos amantes condenados a vivir su eterno amor en secreto. Ella encontró su hogar en sus ojos color miel que le brindaban la paz y la libertad que tanto anhelaba, y él e...