Día 4: Cuello- Zukka

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Summary:

Zuko entrena sin camisa a la orilla de la playa en la Isla Ember y Sokka no puede evitar mirar su cuello pensando que su marca se verá muy bien en ese cuello perfecto que tiene.

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Cuando llegaron a la Isla Ember Sokka no tenía muchas más expectativas de la casa que Zuko les había dicho que no fueran las de una mansión tenebrosa y embrujada por la presencia del Señor del Fuego. A decir verdad la casa era realmente agradable y bastante tradicional a lo que suponía debía ser el estilo de la nación del fuego aunque se veía un poco apagada y abandonada, pero no deteriorada. Cuando miró a Zuko con la intensión de hacerle una broma estúpida como siempre lo hacía lo halló parado en el centro de la sala principal que daba paso al comedor y los pasillos hacia los cuartos, como si estuviese luchando contra sus propios pensamientos mientras los demás se dispersaban para explorar la casa con intriga.

La expresión del Omega era fúnebre. Había un gran dolor marcando cada una de sus facciones y sus músculos se encontraban rígidos, mucho más que en otras ocasiones, incluso eran más rígidos que cuando les pidió que lo aceptaran en el grupo antes de que Katara le tirara agua encima. Sokka sabía que probablemente había sido difícil para Zuko volver después de todo lo que había pasado con su padre, después de haber sido declarado traidor y después de darse cuenta que había vivido una mentira.

No sabía mucho del trasfondo principal de toda la historia del príncipe, Zuko nunca quiso especificar el tema porque parecía abrir un muy mal momento de su vida que lo dejaba vulnerable, pero sabían, como siempre lo han hecho, que Ozai era malo, lo único que aprendieron es que había gente con la que podía ser incluso peor.

—Oye... Viejo, ¿Estás bien?— Sokka preguntó, acercándose cuidadosamente a Zuko y colocando suavemente una mano en su hombro izquierdo.

Zuko dio un salto con temor antes de mirar a Sokka a los ojos y suspirar. Estaba siendo justamente lo que no quería demostrar ante el Gaang porque desde que se unió había querido demostrar la fuerza y la audacia para llevar al Avatar a ser el mejor maestro fuego a pesar de que fuese un Omega. No quería que Sokka ni nadie del equipo le tuviera lástima, sin importar cuánto avanzaran Zuko sabía que estaba bajo el ojo inquisidor de Katara y no quería darle motivos para atacarlo.

Aun si Sokka lo hubiese estado cortejando y por mucho que hayan tenido momentos íntimos, Zuko no quería mostrar debilidad ante ellos, porque quería probarse algo a él mismo tanto como a su padre y a los demás.

Zuko apretó su puño con fuerza y pasó saliva antes de mirar de nuevo a Sokka y asentir.

—Estoy bien, no tienes que preocuparte, te lo dije, esta casa perteneció a mi padre y aquí solía venir mi familia antes de que todo se fuera al diablo, así que... Puede ser un poco... Estresante. — Declaró forzando una sonrisa incómoda. — Así que no te preocupes, por favor. —Sokka lo miró fijamente antes de asentir y tener que fingir que no se preocupaba por la salud mental de su Omega aun sin reclamar.

El príncipe era un libro abierto para sus ojos, no había cosa que no pudiera contextualizar de él sin importar cuánto tratara de ocultárselo.

—De acuerdo, entonces, lo mejor será buscar las habitaciones. ¿No es así? Toph y Aang puede dormir en la misma habitación, no es como que sepa cuántas habitaciones hay pero...

—Hay 4 habitaciones disponibles, una prohibida. — Zuko aseveró mientras sus labios se apretaban con preocupación.

— ¿La habitación del Señor del fuego idiota?— Cuestionó Sokka.

Zuko se sobresaltó ante el sobrenombre elegido por el alfa, olvidando que realmente su padre no podía escucharlos en lo más mínimo, no iba a volver a hacerle daño jamás, así que no debería tener miedo.

—Sí... Quisiera que evitáramos su habitación lo mayor posible, así que está cerrada para cualquier elección, sin embargo, Katara y Suki pueden dormir en la habitación de Azula y mi primo, Aang y Toph pueden dormir en la habitación de mi tío y... Si no te desagrada la idea, tú y yo podemos dormir en mi habitación. — Zuko sugirió, bajando la mirada debido al profundo sonrojo esparcido por sus mejillas.

Sokka sonrió con cariño y tranquilidad. Amaba a ese Omega definitivamente. Ya poco le importaba que hubiesen sido enemigos, que los haya traicionado o que su familia sea la causantes de la guerra, su padre en particular con el peor periodo, hacer cualquier cosa para ese Omega y con él resultaba siempre en hacerlo feliz.

—Seguro. — Sokka respondió con alegría. — Hay que ir a decírselos. — Él tomó la mano del Omega y lo guío por los pasillos aun si debería ser al revés porque Zuko era quien conocía el lugar.

Cuando encontraron a Toph y Aang echando un vistazo a la puerta que daba al dormitorio del señor del fuego Zuko no pudo evitar saltar para detenerlos, con su corazón acelerado y una expresión de terror por el par de cachorros y sus ideas estúpidas y suicidas.

Después de una explicación rápida de por qué estaba prohibido el pase a esa habitación buscaron a Katara y a Suki para que Zuko pudiera explicarles cómo iban a distribuirse.

Katara no estaba feliz, ella alegó que debían permanecer juntos como manada y dormir en la sala como siempre habían hecho, estar juntos, pero Sokka le refutó lo suficientemente bien para que todos pudieran ir y descansar por fin bien desde que su viaje comenzó.

Cuando Sokka y Zuko estuvieron acurrucados en la cama de la habitación de Zuko, el chico de la tribu del agua no pudo evitar echarle un vistazo al cuello del Omega, aunque no tuviera una gran vista pues su ahora largo cabello natural se lo ocultaba lo suficientemente bien. Decidió dejar el tema de su curiosidad de lado y por fin acostarse a dormir al igual que Zuko lo había hecho.

El Omega había caído rendido en cuanto tocó la cama, pero nadie podía culparlo, el día había sido toda una aventura letal.

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A la mañana siguiente que Sokka se levantó, temprano por la mañana se dio cuenta de que el otro lado de la cama estaba totalmente vacío. Zuko se debió haber levantado demasiado temprano por la salida del sol como para que él no se hubiese dado cuenta.

Salió de la habitación en camino hacia la cocina donde sintió el aroma de la comida que Katara preparaba, justo a tiempo porque moría de hambre. Ahí sentados en la barra de la cocina estaban Toph y Aang platicando y esperando el desayuno, ambos con claras expresiones de sueño.

—Deberías ir por Chispa, el desayuno ya casi está listo y no creo que quieras que se quede sin desayunar porque sabes que sería capaz de hacerlo. — Toph le recomendó con una sonrisa complaciente.

—Tienes razón. — Sokka respondió con cansancio antes de salir de la casa y caminar por las escaleras de madera en busca de su pequeño e incómodo Omega.

Lo encontró a la orilla de la playa, sudado y con el cabello pegado a su frente mientras sus movimientos rígidos y poderosos se iban alternando con otras posturas y saltos que se transformaba en patadas perfectas. El fuego era expulsado de sus extremidades en arcos increíblemente bien logrados y fascinantes que a Sokka le encantaba apreciar.

Lo vio caer con cansancio, respirando agitadamente para poder recuperarse y continuar. Le echó un vistazo a su cuerpo mientras se iba acercando a él y no pudo evitar notar la perfecta figura de su cuello. Delgado y claro de color, de piel lisa a pesar de todas sus batallas, donde se notaba la salida de sus trapecios mientras se le veía de espaldas y sus clavículas eran notorias si se le miraba por el frente.

Era una maravilla celestial que le era permitido observar mientras se reflejaba con el sol debido a su perlada piel por el sudor.

Y así, mirándolo desde la lejanía, con esa postura perfecta mientras descansaba a la luz del sol de la mañana Sokka estuvo seguro de que algún día su mordida estaría ahí, mancillando la piel perfecta y acentuando la figura delgada de su cuello.

RETO OMEGAVERSE 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora