Zee es un ex militar que trabaja en una agencia de seguridad, viene de muy malas experiencias con actores así que decidió dejar de proteger a "niños mimados"...
Difícil se pone su situación cuando le toca decidir entre la vida de su hermano o acepta...
Han pasado muchas horas desde que me secuestraron, literalmente lo único que sé, es que quiero que Zee venga por mí. Después de llorar un poco, vuelvo a luchar con las ataduras en mis muñecas y tobillos, me duelen tanto que siento que ya me lastimé, pero no pienso en rendirme.
Después de muchas horas de luchar contra las ataduras, logré romper la de mi tobillo izquierdo; pero no me servía de nada. Trataba de romper la del otro tobillo, cuando una persona encapuchada entró en ese horrible lugar y tuve que ocultar mi pie libre.
- ¿A qué hora despertaste cariño? ¡Te habría traído el desayuno!
- ¡No me digas cariño, maldito...!
- Es de mala educación tratar así a tu esposo.
- ¿Quién eres? - Pregunté con ira.
- ¿Ahora sí te importo?
- Zee vendrá por mí y tú morirás.
Más tardé en decir esas palabras que en que él viniera hasta la cama y me golpeara con fuerza en el rostro. Quedé aturdido por unos instantes, fue demasiado fuerte, todo mi rostro dolió de manera exagerada y de pronto senti un sabor metálico en la boca, así supe que estaba sangrando.
- ¡Me perteneces! ¡Ahora no podrás librarte de mí!
- Eres tan cobarde que ni siquiera me muestras tu rostro. - Entonces se quitó la capucha.
- ¡¡¿Trump?!!
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- Así es mi amor.
- Yo no soy tu amor y tú... ¡ERES UN PSICÓPATA!
Entonces volvió a acercarse a mí, creí que me golpearía, así que aparté mi rostro con anticipación, pero agarró mi mandíbula, forzándome a besarlo. Tuve tanta repulsión en ese momento, que con mi pie libre, lo pateé con fuerza, causando que cayera al piso y le grité que era repugnante.
Sin embargo, olvidé que no quería mostrarle que ya me había desatado de ese tobillo y su reacción fue determinante. Se levantó, agarró mi tobillo y lo ató más fuerte, causando que sintiera un ardor intenso y con eso, mis lágrimas rodaron, atravesando mis oídos.
- ¡¿Crees que podrás librarte?! ¡¡NADIE VENDRÁ POR TI!! Hazte la idea que eres mío.
- No soy tuyo, jamás será así; porque yo le pertenezco a Zee.
Volvió a golpearme en el rostro con más fuerza que antes, sentí que una parte de mi consciente se adormeció, pero podía percibir. Siento su mano agarrar mi mandíbula de nuevo y un quejido de dolor salió de mi boca causando que esta se abriera.
