Tanz Mit Mir [Lukadrien]

Capítulo 21

El guitarrista se encontraba diciéndole a la joven que, por alguna extraña razón del destino, el chico había terminado en Irlanda, que la pelirroja tenía algo que ver. Obviamente omitió el hecho de que; ellos eran la encarnación de dos chicos a los cuales el amor se les fue prohibido, las hadas, la magia, porque probablemente lo trataría de loco. La azabache escuchaba todo atentamente, pensando que si debían de llamar a mas personas o si con ella y él bastaría, tal vez llamar a Chat Noir pero... No conocía su identidad. Usar el miraculous del caballo sería lo más factible en ese caso, pero ¿Ella combinaría los prodigios? No sabía que hacer con todo ello.

—¿Cómo estás tan seguro de que está en ese lugar?

—Confía en mi Marinette, se lo que te digo... Aunque parezca fantasioso.

La chica aún seguía con las dudas, pero aún así creyó en el joven lo cual asintió diciendo que necesitarían más ayuda, por lo que tomó unos prodigios dándole el suyo al chico. La chica le pidió que la vieran en una azotea. El chico salió de la habitación de la chica y se dirigió a su casa, pues aquellas hadas le dijeron que debía pasar por algo pero no le dijeron que era, pero esto sería indispensable. Al momento en el que el joven llegó a su casa navegante, entró a está para ir directo a su habitación y buscar algo que no sabía.

¿Qué podría ser?

¿A qué se referían?

¿Algo importante para él y... Adrien?

¿Qué?

Su vista fue a parar a una hoja sobre su escritorio. "La canción" pensó mientras se acercaba al pedazo de papel con la melodía impresa en él. No estaba seguro pero creía que aquello era muy importante, recordando que aquellos seres alados mencionaron que lo que estaba pasando no era casualidad.

El chico se dispuso a ir por fin a la azotea pero primero buscaría un callejón donde transformarse. Antes de salir de su casa se encontró a su amiga.

—Camille, me espantaste ¿Qué haces aquí? —pregunto el chico.

—Vine a ensayar la canción.

—Hoy no había ensayo.

—Estoy segura de que sí —la chica camino con insistencia hacia él.

El chico miro sus ojos, y ahí entendió todo. Esa no era su amiga.

—¿Quién eres? ¡¿Dónde está Camille?

—Yo soy Camille, te lo juro —sonrió la chica. —Soy tu amiga, te prometo que soy tu amiga —la chica lo miro a los ojos. —Vamos a ensayar.

¿Qué se supone que está haciendo?

—Sí, vamos a ensayar.

N/A: Voy a decir que las actualizaciones van a ser más pausadas porque acabo de regresar a clases y ahora le pertenezco en cuerpo y alma a la universidad.

Gracias por leer, los veo en el siguiente capítulo.