Capítulo VI - Despertar al final de primavera

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Al despertarse no supo dónde se encontraba

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Al despertarse no supo dónde se encontraba. El techo de madera a poca distancia de ella era una vista muy extraña, luego al erguirse y salir de la cama por el lado derecho, las cortinas gruesas de cuatro ventanas consecutivas, le hicieron preguntarse si había cambiado de país. El diseño señorial, fino y antiguo no era algo que haya visto antes.

Al ponerse de pie giró sobre sí misma para ver. Notó que la cama estaba en medio del lado a su izquierda –o derecha desde la perspectiva de la entrada a la habitación-, con la cabecera contra la pared. Ésta estaba hecha de madera café, se veía bien pulida y hasta suave.

La entrada estaba como a cuatro metros más allá, adelante, la puerta era de dos partes, de madera clara, estaba casi en el centro de la pared y parecía ser una con ésta, no como algo hecho por separado. Frente a la cama, tras un gran espacio, había una puerta sencilla pero elegante. Al lado izquierdo de ésta se hallaba otra puerta la cual estaba grabada con flores pintadas de colores pastel de amarillo y perla, era más alta y solo un poco más ancha que parecía abrirse en dos.

A la derecha de la puerta sencilla se encontraba un estante blanco y grande casi vacío, tenía tres adornos dispersos. Uno tenía un poco como la forma de una flor. En la parte de la pared entre la cama y la entrada, había una mesa alargada y redondeada por el lado del frente, con un gran espejo adornado con hojas grandes curvas y doradas, con una silla acojinada y de color blanco como la propia mesa. El lado izquierdo de la cama lo ocupaba un buró bajo con dos cajones y una puerta inferior.

Ella creyó que todo el arreglo se veía como si fuera de la realeza o nobleza. Luego estaba lo más extraño, o inusual, en el diseño de la habitación. Se volteó hacia las ventanas y las cortinas. Después de dos metros de la cama puesta de forma horizontal, el área siguiente se alzaba sobre dos escalones, ahí el espacio media alrededor de tres metros, con piso de mármol blanco y lustroso más que el resto de la habitación, quizás el espacio tenía un propósito específico, o algo, no lo sabía, pues incluso no había un mueble o adorno en la pared de esa sección. Casi imaginó un piano ahí en el lado derecho.

Después de ver todo se permitió volver a asimilar que estaba en un lugar desconocido. Caminó hacia las ventanas subiendo los escalones. En eso oyó que se abría una puerta.

—¡Ya está despierta!

La voz le pareció casi entusiasmada. Una joven con uniforme blanco y negro se acercó desde la entrada.

—Ya es de día. Será mejor que se asee; traeré algo para que se vista.

—Las cortinas-

—No por favor, déjelas así. Venga, la puerta café es el baño. Volveré enseguida.

La invitó a que la siguiera a la puerta pequeña, la primera que notó por el color menos llamativo y por quedar frente a la cama. Llegó a ella y entró. Fue incómodo estar en un baño desconocido. Por lo menos todo lo que usó era nuevo. Cuando salió sólo con una bata –cosa que nunca había usado y se sentía extraño-, se preguntó porqué hizo lo que le dijeron. Al ver hacia la habitación vio que la mujer estaba parada junto a la cama, parecía que acababa de llegar ahí.

Eternidad I, Invierno PermanenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora