Las flores que siempre estaban ansiosas por brotar en primavera se habían ido en su mayoría. Aún se veían algunas, pero entre el paisaje resaltaban más los verdes y la intensidad del sol. Puede que haya más calor en el verano, pero la intensidad de los rayos y del calor, no eran demasiado, ya no podían serlo. Se ha llamado a los últimos treinta años y contando, un pequeño periodo de bajas temperaturas. Con lo mal que dejó el aire las últimas guerras, no fue una sorpresa ese desajuste.
Ella no creía que las personas pensasen en eso, o les importase el clima con todo el cuidado que debían tener para seguir con sus vidas. Quizás, allá en el mundo, sólo los ancianos o unos pocos, extrañasen los veranos demasiado calurosos.
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Ese nuevo día su nueva sirvienta, quien se llamaba Rubi Holl, le preparó un vestido que no había visto. Por supuesto era negro, el color constante en su actual guardarropa –molesto, molesto. El cuello se formaba con una cinta que se ataba atrás en un moño mediano; tenía una hilera de botones fijos en medio desde la cima hasta el pecho, debajo de él había una costura fruncida en toda la circunferencia de la tela, desde ahí iba suelto y fluido hasta media pierna; las mangas eran algo abombadas en los hombros, seguían hacia un dobladillo grueso haciendo sólo la ilusión de una manga corta, ya que en realidad terminaba hasta la muñeca; atrás tenía un cierre adornado con un cordel grueso en la parte superior. El vestido podía catalogarse como único, o simple, o lo que fuera, ella seguía sin acostumbrarse a verlos porque no se parecían a lo que la industria genérica de ropa consideraba al hacer sus diseños. Tal vez siempre pensaría que estaba usando ropas extrañas, esperaba que eso nunca se transformase en un problema.
Los eventos sucedieron como siempre; bajó a desayunar y se limitó a ir a la biblioteca a estudiar los libros que a veces le dejaban, ello para aprender sobre su comunidad, y a mejorar en sus dibujos. Lo diferente vino después. Allen apareció y la llamó, le dijo que en lugar de quedarse en la biblioteca fuera a la sala, en la próxima puerta. Él estaría allí y la necesitaba para algo. No creyó necesario objetar así que fue hacia allá. La guio en un corto camino; una vez llegaron la hizo pasar y la dejó sola, él después volvería. Se quedó dibujando.
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Los invitados por fin habían llegado. Kahler, Allen y Adam los esperaban en el recibidor. Hubo una breve plática entre todos, después el resto se apartó dejando solos a sus líderes. Oliver se quedó sin nada que hacer.
Él ya había ido ahí en varias ocasiones, en los últimos días estuvo acompañando a Edmon en sus visitas a la mansión. Ahora sabía que era normal que durante un rato él y el vampiro hablaran por su cuenta —escasos minutos, ni cinco—; tomaba más tiempo dejarlos solos que lo que duraban reunidos; Edmon le comentó que tardaba en dejar de estar crispado luego de quedar solo, por lo que lo buscaba mucho después.
En ese momento no alcanzó a ver cuándo se fueron los otros. No supo qué hacer, a dónde retirarse, por lo regular salía fuera de la habitación, ahora la única manera de hacer eso implicaba salir de la casa, tenía la impresión de que su acción no sería bien tomada. Sin meditarlo fue por el único pasillo de la casa que conocía.
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Eternidad I, Invierno Permanente
Ficción GeneralEn un mundo que fue cambiado por el surgimiento del depredador perfecto de humanos, una joven es abordada en su casa por un vampiro al que vio cazar en grupo a uno de los salvajes. Es entonces que todo cambia. Sinopsis: Un día a Clarissa la abandona...