Debido al ataque en su territorio, y a que el número de casos de incidentes en el exterior aumentaron luego del primer evento del que supieron, se decidió que nadie podía ir a su residencia. Si necesitasen hablar con sus aliados, irían al Castillo de los Cazadores. Cuando tuviesen que ir llevarían a Clarissa para no dejarla sola; ahora la vigilaban todo el tiempo.
Esperaban que ella en verdad no tuviera ninguna relación con los eventos que estaban ocurriendo.
♦ ... ♦
Era la tercera vez que iban a donde los cazadores. Las otras veces ella se la pasó esperando por sus compañeros. Nunca pudo estar con o ver a Oliver debido a que siempre se encontraba ocupado. Las tareas que él y su compañero llevaban a cabo, se habían vuelto complicadas y requerían un gran esfuerzo; fue la razón que le dieron.
A pesar de lo poco que ella sabía que durarían en el castillo, no quería esperar en el interior, la falta de luz natural en todo el lugar a veces le hacía sentir sofoco. Pasó por la puerta de madera de la sala donde la dejaron y que habían dejado abierta. Sólo debía cruzar todo el recibidor con los pilares para salir.
Como llevaba ya un tiempo dentro, en cuanto salió se sintió revitalizada; la luz que iluminaba todo dando color se veía más bella tras haber estado en una sombría habitación. La vida que dominaba el mundo siempre le pareció increíble, como un paraíso en un sueño, ella en verdad amaba la imagen y la sensación de la naturaleza. La luz de los matices de la tarde eran maravillas únicas. En ese momento cada árbol tenía esa luz, el pasto estaba teñido a su elección y el cielo aún era azul.
Ahí en el costado izquierdo de los escalones crecían unas diminutas flores rojas, era la primera vez que ella las veía. Notó que en ese lado se expandían las flores en pequeños brotes con un par de metros de distancia. Desde donde estaba en la altura de los escalones, vio que parecían formar una especie de camino. Sintió curiosidad, quizá si seguía los brotes encontraría más; se imaginó que incluso tal vez habría de otros colores.
Bajó los peldaños, estuvo en el camino de piedra y lo siguió yendo a su izquierda hasta que tuvo que dejarlo atrás. Pasó entre los árboles para dirigirse al bosque.
Transcurrieron quizá unos quince minutos en los que caminó, por todo el trayecto encontró más brotes de las flores rojas, algunos eran un poco grandes. Aún no veía flores de otro color... Llegó al final, ya no había árboles, en cambio, había mucha hierba verde que se extendía más allá de lo que podía apreciar. Sólo hasta muchos metros después, luego de un interminable espacio a la izquierda y uno reducido a la derecha, al frente había otra vez árboles.
Ahí vio que desaparecían las flores, miró el alrededor y nada. Empezó a seguir caminando. Tal vez si andaba hasta donde volvía a haber árboles las encontraría; pensó que cada área de árboles, eran como secciones y que quizá cada una tendría flores de otro color. Quería ver si era posible, iría hasta el otro extremo a pesar de lo bastante largo que sería el recorrido.
ESTÁS LEYENDO
Eternidad I, Invierno Permanente
General FictionEn un mundo que fue cambiado por el surgimiento del depredador perfecto de humanos, una joven es abordada en su casa por un vampiro al que vio cazar en grupo a uno de los salvajes. Es entonces que todo cambia. Sinopsis: Un día a Clarissa la abandona...