Capítulo XIII - Se fue el verano y pasa el otoño

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Allen supo por Sara, que lo supo por Clarissa, del por qué le había dado los cuadros a Kahler

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Allen supo por Sara, que lo supo por Clarissa, del por qué le había dado los cuadros a Kahler. La respuesta fue, para dar las gracias. Sin embargo, cuando él le preguntó, obtuvo más y algo que lo hizo sentir desconcertado. Ella sólo quiso hacerlo, porque lo adecuado era dar las gracias, aunque ella aún no entendía si se sentía agradecida. Eso solidificó la idea que tenían sobre que ella no era el tipo de persona a la que estaban acostumbrados, alguien inusual a quien no entendías ni un poco, o apenas y lo hacías, al menos así era para ellos, porque a veces parecía que no se conocía a sí misma y tenía mucha incertidumbre.

Él era uno de los que no la entendían nada. Aunque la cosa más extraña en el asunto era que esa comprensión lo hacía como sonreír, y él no hacía eso, aunque a la vez se sentía inquieto por lo que podría implicar. Ojalá nunca llegue a parecerse a Adam, quien una vez se enteró de la situación del agradecimiento, sonreía cada que la veía, seguro porque él supo todo antes que los demás. Si supiera lo que él no les dijo de lo que le preguntó a ella, tal vez no lo haría.

Así que desde que se enteraron empezaron a convivir de nuevo con ella, era probable que cada uno por la misma razón. Querían sentir lo que en el pasado los había hecho quererla, tanto tiempo conociendo a personas que traicionaban y te odiaban, hacía anhelar cada cosa pequeña o grande que no trajera nada así. No la agobiaron, empezaron de a poco a hablar con ella como antes, o a hacer la más insignificante cosa en su compañía.

Allen al ver eso se quedaba un poco a la orilla. Le preocupaba que ella no quisiera en realidad la compañía de ellos, o que su incertidumbre la hiciera hacer cosas que no quería.

♦ ... ♦

Sara y Adam acababan de salir de la habitación, uno iba a traer la partitura de su composición favorita para que ella la interpretara y el otro traería muestras de sus telas favoritas para ver si le gustaba alguna y mandar a hacerle un vestido con ella. Eso de que la inmiscuyeran en cada cosa que hacían o querían hacer, comenzaba a abrumarla, lo que la puso así fue que incluso se estaban metiendo con el tiempo que pasaba sola y en paz. Tenía que tomar su oportunidad, ese día ya había permitido demasiado de eso y aún era bastante temprano.

Llegó hasta la habitación de la puerta blanca y entró ahí.

♦ ... ♦

Kahler levantó la cabeza en cuanto la supo dentro de su despacho. La vio tomar asiento en el sillón frente a su escritorio; al hacer eso pareció relajarse. Ella entonces lo miró y nada más, no dijo nada o su mirada transmitió algún mensaje silencioso. No le importaba que pasara ahí un rato, así que volvió a leer sobre las modificaciones en el suplemento que se hicieron en los últimos veinte años; tal vez podría obtener información para crear un método de sustento más duradero, debía haber algún modo de arreglar el problema, no depender de algo que era difícil de conseguir. Por supuesto que su investigación tomaría muchos años.

Eternidad I, Invierno PermanenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora