Capítulo I - El pasado

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Grotesco

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Grotesco. Un semblante duro en una mueca tensa, feroz como una bestia o un monstruo. El ser transformado era ambas cosas. Éste corrió y saltó profiriendo un rugido, abriendo la boca dispuesto a morder. En ese instante una espada llegó al cuello y cortó la cabeza. La sangre salpicó y el artífice del ataque se movió lo suficiente para evitar la mayor parte. Aunque tenía ya algunas manchas carmín en la ropa, en una batalla con esas bestias, lo sabido era que debía evitarse la sangre. El olor de ésta en uno, sólo los incentivaba a atacar más incluso aunque olieran la de otros como ellos.

El campo de batalla estaba lleno de cuerpos inmóviles, de sangre mezclada con tierra. El día estaba nublado en gran parte, se dejaba ver entre las nubes grises los colores del pronto atardecer. Aunque esos monstruos no disfrutaban mucho del sol, nada les importaba más que comer, más que la sangre. Por ello la batalla llevaba ya todo el día.

El hombre de vestimenta resistente y atemporal, giró a un lado en otro segundo para cortar la cabeza de otro monstruo. No importaba que aquellos seres hubieran sido antes humanos, era el deber de un cazador exterminar a los vampiros salvajes. El nuevo objetivo cayó rápido. Incluso con horas de batalla, aquel hombre aún se movía con destreza, sin dejarse herir para ser alimento del grupo que quería invadir la ciudad cercana.

Por la periferia vio a un compañero ser derribado por 5 salvajes. De inmediato su oído captó la perforación de la piel, la succión y, sobre todo, el grito de dolor del hombre caído. Se volteó hacia ese evento dispuesto a intentar salvar al otro cazador, aun cuando el mismo estaba rodeado de varios enemigos. Sería como intentar correr en agua.

En ese momento los cinco vampiros dieron un grito que terminó de forma abrupta mientras se consumían transformándose sólo en cenizas. Al mirar un poco a la derecha vio cerca a otro vampiro, uno de los otros, los legítimos, los que eran una rama diferente de los humanos. Las bestias exhumanas parecieron alejarse de aquella persona dejándola llegar hasta el cazador derribado. A sólo unos pies de éste volteó hacia su dirección.

En esa acción de un único segundo los vampiros salvajes del alrededor también se volvieron cenizas. Él miró a los que estaban cerca, captó que el ataque era como consumir a algo en un fuego rápido que en microsegundos se volvía cenizas. Nunca había sido testigo de una habilidad como esa, menos del poder de aquella persona.

Reprimiendo un respingo, el cazador miró directo al hombre cuando éste le habló.

—Líder cazador. ¿Lo puedes salvar? —Esa persona miró hacia el compañero caído.

Rápido el cazador se acercó a ver el estado del otro. El joven apenas parecía respirar y se estaba desangrando por las mordidas en el cuello que estaba destrozado. Quería responder que sí, que la medicina que usaban lo ayudaría, pero eso no libraría a su compañero cazador de la infección de la mordedura de un vampiro salvaje. No era que pudieran transformarse en uno, sino que les causaba el dolor y la muerte de ser envenenado por varias sustancias corrosivas y toxicas.

Eternidad I, Invierno PermanenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora