Capítulo XII - Y ya termina el verano

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Para ese momento la noticia de ataques de vampiros sedientos, era conocida en su mayoría por los que tenían interés en ello

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Para ese momento la noticia de ataques de vampiros sedientos, era conocida en su mayoría por los que tenían interés en ello. La razón de todo aún era desconocida, aunque no se encontraba mucho fuera de lo común, el asunto alrededor no lo era. Eventos como esos nacidos en apariencia de la nada, en la actualidad, era algo desconocido. Eran cosas de las que se había encargado que ya no sucedieran.

♦ ... ♦

En la mañana Clarissa bajó a desayunar con un nuevo atuendo. Por ese tiempo ya toleraba más la luz del sol. Tenía un vestido de tela transparente en las mangas hasta el antebrazo, la clavícula y el cuello alto, lo demás, el pecho, el resto de las mangas, hasta la falda, ya no era de esa tela; las medias, lo de siempre; los zapatos eran abiertos con un moño en medio y de tacón moderado; el vestido parecía más de estilo nocturno sobre todo porque todo lo que usaba seguía siendo negro, el dominio de ese color nunca terminaría de gustarle. Al parecer por ser la primera vez que usaba algo 'más' descubierto –por la trasparencia obvio–, la atención sobre ella fue mayor, si las miradas constantes y algo insistentes en el comedor, decían la verdad. La novedad debía gustarles mucho a ellos.

De las tres copas que tenía apenas había consumido una, cuando la puerta se abrió. Entró una de las sirvientas que más le atendían.

—Disculpe señorita, el joven Oliver llegó. Está en la sala de siempre.

No dejó a la empleada terminar de hablar.

Al oír eso se precipitó en pararse y dejar la mesa para empezar a correr un poco directo a la salida, parecía, por su expresión, un poco alegre mientras se iba. Cruzó la puerta y se fue. La sirvienta que apenas captó que se había ido, formó en su rostro una expresión de sorpresa; desde la puerta giró hacia donde la joven había desaparecido.

—¡Espere! ¡Aún no termina! —Miró alarmada, aunque no se fue.

La otra sirvienta, Rubi, que estaba en el comedor, se movió para ir por la bandeja con las copas que la joven había dejado y presurosa empezó a caminar a la salida. Por su parte la sirvienta de antes, pareciendo esperar a la que venía, pero sin ser así, casi cuando llegó a ella ésta vez sí salió corriendo. Así ambas terminaron yendo alarmadas y presurosas tras la joven para que terminara de comer, pues sabían que era más indispensable para ella que para los demás.

Dentro del comedor se formó un silencio incomprensible por lo presenciado. Sara, quien a veces era la voz de la mente colectiva de todos, interrumpió el silencio.

—¿Cuándo comenzó a gustarle tanto la presencia del cazador?

A Sara algo le hizo querer ver la cara de su Rey; nunca lo había visto tan frío como ahora. Fue Adam quien empezó a sentir algo oscuro alrededor, como si las cosas comenzaran a ponerse mal. No podía interpretar nada más.

♦ ... ♦

—Lo tienes.

Al parecer ella se había apresurado a llegar ante él. Oliver levantó en alto una hoja de papel, tenía uno de sus dibujos, el más preciado.

Eternidad I, Invierno PermanenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora