cincuenta y ocho

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años atrás.


   Alguien tocaba insistentemente el timbre del departamento de ______. Habían pasado semanas desde que se mudó y era muy tranquilo vivir sola. El lugar era perfecto para ella, muy cómodo y con el espacio suficiente.

— ¡Ya va, ya va! —grita enojada desde su cuarto.

   Era el primer fin de semana de descanso que tenía y sus planes eran dormir hasta las dos de la tarde, sin embargo, tenía a alguien muy molesto tocando su timbre como loco a las nueve de la mañana. De mala gana se pone sus pantuflas y un abrigo para abrir finalmente.

— ¿¡Que es lo que pasa?? —dice fastidiada abriendo la puerta.

   Su corazón da un vuelco al verlo ahí.

— Es lo que yo quiero saber —Stan se mete adentro sin pensarlo.

— Stan... —suspira— ¿Que quieres? Estaba descansando así que te agradecería si te largas o vuelves más tarde. Espera, ¿cómo sabes dónde vivo?.

— Le pregunté a tus compañeros del hospital. Da igual —Stan se cruza de brazos— ¿Te marchaste sin decir nada?.

— No tengo nada que hablar contigo Stan.

— Después de todos estos años, tu solo te vas sin-

— ¡Te corrijo! ¡Después de todos estos años a ti te es fácil abrir la maldita boca y decir que soy un desastre y que todo lo nuestro lo es! —ella lo interrumpe— Me harté Stan, siempre supe que jamás serías feliz a mi lado por todo lo que ha pasado, por TODO, sin embargo tú estabas ahí con esa máscara fingiendo ser feliz de todas formas. Pero tuve que enterarme de la verdad, algún día debía pasar ¿no?.

— No sé porque le dije eso a Brad... Fue una idiotez, claramente solo fue eso, una idiotez —dice Stan en un tono un poco más calmado— No podría pensar eso de ti. Dios, te amo desde niños.

— Stanley... ¿Realmente eres feliz conmigo? ¿De verdad quieres que sigamos juntos?.

   Ella lo mira con los ojos cristalizados y apenas podía hablar por el nudo en su garganta. Aquella mirada destrozó a Stanley y entonces se dijo a él mismo, ¿por qué debía seguir mintiendo y dañando a _____?. Por supuesto que la amaba y tenía muchas ganas de seguir intentandolo a su lado pero había otros factores tales como el que simplemente se habían cansado. Los dos estaban cansados. No era cuestión de haber perdido el amor el uno por el otro, sino que ninguno tenía las suficientes fuerzas y ya habían peleado lo suficiente. Aún así, sin exitos.

   ______ se queda casi un minuto esperando una respuesta.

— Okay... —susurra ella con un hilo de voz y se acerca a la puerta— Stan...

— Lo sé... Lo sé —dice el, igual de dolido que ella.

    Stan camina hasta la puerta, quería detenerse pero sabía que no sería lo correcto así que simplemente pasa el umbral de la puerta para empezar a soltar todo el llanto que venía aguantando al siquiera ver el departamento de su prometida. Era raro verla empezar a hacer su vida, ella sola, ya no más juntos.

    La puerta se cierra ni bien el sale y posteriormente, _____ se desliza por ella, quedando sentada en el suelo mientras cubría su boca con ambas manos pero las lágrimas no podía retenerlas.

(...)



— Te traje un café —dice Luna llegando con una taza en sus manos.

— Gracias Lunita —le agradece ____ aceptando la taza.

   Se encontraban en la cafetería del hospital. Por suerte, ambas se encontraban trabajando en buenos puestos y obviamente se buscaban uno que otro descanso bien merecido luego de tantas horas trabajando.

   Luna sabía más que nadie lo mucho que su amiga sufría, no solo desde su separación con Stanley, sino desde mucho más antes. Siempre le había llorado por sentirse insuficiente para la vida que Stanley quería.

— No es nada, sé que te gusta así el café —dice ella mientras bebía un poco de su té— Y dime, ¿ya pensaste si  te quedarás en el departamento?.

— Si, decidí que si, a pesar de haber sido un plan rápido de escape, es muy bueno —contesta ____ empezando a beber su café— He estado viendo otros departamentos con el mismo espacio y demás cosas pero si comparamos precios, el mío está muy bien.

— Eso es bueno, aquí casi no se consiguen departamentos buenos —Luna asiente— Los niños están felices de que por fin hayamos encontrado un buen apartamento, tiene el jardín que siempre soñamos. Ahí pueden jugar todo lo que ellos quieran.

— Que lindo saber eso Luna, temia que no les gustara dónde se habían mudado. Eso me recordó, ¿me extrañan? —sonrie de oreja a oreja.

— Si, todo el tiempo están hablando de ti —dice Luna riendo— ¿Cuando irás a visitarlos?.

— Quizá vaya el fin de semana, será tu aniversario ¿no? Puedo cuidarlos así tú y tu marido se largan a tener alguna cena romántica o esa mierda.

— Awww gracias.

— ¿Gracias? Son diez dólares la hora por niño —bromea ____.

— ¡Hazme precio, soy tu amiga!.

— Bueno, será gratis.

— Gracias —Luna ríe.

    _____ amaba mucho relacionarse con los pequeños de su amiga. Eran tan cercanos que los sentía casi como suyos. Tenía la suerte de ser la madrina de uno de ellos, del más pequeño que ahora tenía cuatro años.  Y anhelaba mucho tener sus propios hijos en algún futuro, aunque, viendo por su edad, no lo veía muy posible.

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sweet, Uris Donde viven las historias. Descúbrelo ahora