capítulo veintisiete

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    Stanley y ____ disfrutaban del hermoso cielo nocturno, sentados sobre una manta que sacaron del auto de Belch.

    El lugar se veía hermoso, era la cantera. La luz de la luna iluminaba el agua, lo que le daba un toque muy bonito. Todo era romántico. Los zapatos de ____ estaban a un lado de ellos, se los había sacado ya que comenzaba a molestarle.

— ¿Que lindo, no? Tu y yo, juntos, a solas y viendo las estrellas. Es muy romántico —dice ____, quien estaba en el pecho de Stanley, abrazándolo.

— Lo es. Simplemente perfecto. Se siente bien tenerte en mis brazos —dice Stan.

    Los dos se miran, cada uno analiza el rostro de su pareja, dándose cuenta de lo especiales que eran el uno para el otro. Sintiéndose enamorados, una vez más en la noche. Poco a poco se acercan, hasta unirse en un suave beso.

— Te amo rizitos —susurra ella contra sus labios, y sin pensarlo, estaba sobre las piernas del judío.

— Y yo te amo a ti —con una mano acaricia el cabello de ____, mientras la otra baja a su cadera.

    Ambos empezaban a besarse con mucha pasión, y pronto, la temperatura del ambiente iba subiendo de a poco.

   Stanley se sentía realmente bien teniendola en sus piernas y más en esa situación. Para ella era lo mismo. ¿Acaso había llegado el momento de tener su primera vez juntos?.

    El abraza su cintura con fuerza, levantando la ligeramente y recostandola debajo de el, mientras se posiciona encima, sin aplastarla. En ningún momento habían dejado de besarse, las manos de _____ se paseaban por toda la espalda de su novio.

— ¿Estás segura de esto? —le pregunta él— Está bien si no.

— Yo estoy segura —afirma _____, dándole una cálida sonrisa, cosa que hace que Stan se ponga más nervioso aún— ¿Y tú?.

— Más que seguro —Stanley planta un beso sobre los labios de su novia, y lleva su mano al cierre de su vestido, situado en su espalda.

   Comienza a bajarlo lentamente, luego ____ es quien empieza a quitárselo, bajo la atenta mirada de Stanley. Al chico se le ponen las mejillas rojas al ver el cuerpo de su novia. Era la primera vez que la veía, y en esa situación... aunque lo deseaba tanto como ella, aún así era vergonzoso.

— Eres perfecta —dice Stan, sin pensarlo dos veces, sonriendo.

     Stan se quita el saco, dejándolo a un lado de ellos, mientras se encargaba de sus pantalones, ella desprende algunos botones de su camisa, metiendo sus manos por debajo de ella y acariciando su torso.

    Al momento de bajar su ropa interior, lo hace evitando mirarla a los ojos, ya que aún era vergonzoso para él.

— Por fin conozco a la Stanconda.

— ¡_____! —exclama tartamudeando y echándose a reír por tal comentario. Sin duda, había vuelto el momento menos incómodo— Si quieres que pare, dímelo.

— Tranquilo rizitos —ella se aferra a su espalda.

     Y el lo hace, da una suave embestida, a lo cual suelta un fuerte suspiro por aquella sensación tan extraña y placentera. _____ gime suavemente contra su oído, abrazándolo aún más fuerte, abriendo más sus piernas.

    Stanley comienza a moverse dentro de ella, con mucho cuidado y lentitud, de modo que era mucho más placentero para los dos. Ella no podía evitar rasguñar la espalda del chico, porque después de todo, se estaba sintiendo bien y era algo nuevo en su relación. Se sentía extraño, pero bien.

— S-Stanley —gime, y con una mano mueve los rizos que caían sobre la frente de su novio, y aprecia la expresión en su rostro.

— Te amo —susurra él entre gemidos, aferrándose de la cadera de su novia y dando embestidas un poco más rápidas pero no fuertes.

    ____ empezaba a sentirse más acalorada que antes, y no podía evitar gemir aún más y más fuerte, mezclando sus gemidos con los de Stanley.

   El momento era tan especial para ambos, que se aseguraban de que todo estuviera bien, que ninguno de los dos se sintiera incómodo.

    Ver a su novia debajo de el, con una expresion un tanto placentera, lo motiva aún más. La observa de pies a cabeza, reteniendo una imagen mental de un momento tan lindo como ese, el cual... necesitaba apreciar para siempre. Seguía moviéndose, asegurándose de no lastimarla, lo hacía a un buen ritmo y se sentía bien para ambos.

  
— Creo que... m-me vengo —susurra Stan, pegandose al pecho de su novia, quien lo abraza por los hombros mientras le daba un beso cadente.

   Eso era más que suficiente para aumentar el placer en ambos. Primero es Stanley, quien se viene dentro de su pareja, jadeando fuertemente. Luego es ella, mezclando sus fluidos con los de Stan, y larga un fuerte gemido en el proceso.

   Ambos se miran con una expresión llena de nerviosismo, tras unos segundos, se largan a reír.

— Eso fue increíble —suelta Stan avergonzado, pero aún soltando dulces risitas.

— Lo fue —asiente ella con la cabeza y suspirando— En efecto, esta noche fue la mejor.

    Se quedan ahí, recostados, bajo la luz de la luna, el cielo estrellado, y la brisa fresca. Era un momento tan perfecto y relajante.

— Me alegra que hayamos compartido este momento tan especial juntos —dice Stan, con una boba sonrisa.

— A mi igual me alegra y mucho —ella se inclina hacia él, dejando un besito en su frente— ¿Nos quedamos un rato más?.

— Por mi quedemonos el tiempo que quieras, pero quiero tenerte en mis brazos —el estira sus brazos hacia ella.

— Moría por estar en ellos.

    ____ se mete en los brazos de Stan, ignorando por completo el hecho de que aún estaban en ropa interior. El la abraza tan fuerte como nunca y ella se acurruca en su pecho, sonriendo.

— Adoro estar a tu lado...



Piensa en la biblia.


sweet, Uris Donde viven las historias. Descúbrelo ahora