Se hallaba con la mano en alto, a punto de tocar el timbre, pero se detuvo en cuanto nos vio del otro lado.
Le dio una mirada resentida a Cristian, y éste captó de inmediato que su presencia ahí ya quedaba de más. Me dio un abrazo rápido y salió rodeando a Cristofer.
–Nos vemos mañana, Bri –gritó una vez que se hallaba cerrando el portón, y yo no hice más que alzar la mano para despedirlo.
Cristofer, quien se había vuelto a ver a Cristian marcharse, se giró hacia mí con una sonrisa forzada en el rostro.
– ¿Así que se verán mañana?
Aquello no hizo más que cabrearme, ¿a él que le importaba?
Decidí dejar mi enojo de lado, y sin una pizca de emoción, le solté:
– ¿Qué haces aquí, Cristofer?
Se dio cuenta que no estaba de humor para sus celos, y suavizó la expresión.
–Quería hablar contigo sobre nosotros y todo lo que ha pasado, ¿me invitas a pasar?
Ignoré su pregunta.
–Tu y yo no tenemos nada de qué hablar, y además no existe ningún nosotros.
Cuando quiso acercarse a mí, di un respingo y me alejé, dándole señas de que cerraría la puerta en su cara si trataba de acercarse más.
Se quedó quieto en su lugar.
–Escucha, Bri. Sé que me he portado como un idiota, pero uno comete locuras por amor, ¿no?
Me reí, sin una pizca de amor.
–En primera, tú no sientes amor, sino una obsesión conmigo, porque crees que si no puedes tenerme, nadie más me tendrá. En segunda, ¿Qué amor? ¡Tienes novia, Cristofer! ¡Tienes que luchar por ella, no por mí!
Alzó los brazos, sonriente.
–Quiero que sepas que ya no tengo novia.
Aquello me confundió, ¿había escuchado bien?
– ¿Qué?
Hizo amago de acercarse de nuevo, pero recordó lo anterior y solo cruzó los brazos tras la espalda.
–Sí, he terminado con Rubí. Me has abierto los ojos, me he dado cuenta de que no la amo, que a la persona que amo es a ti, y me gustaría empezar algo contigo desde hoy.
Me desconcerté. ¿Qué tenía este tipo en la cabeza? ¿Creía que podía venir a decirme cosas todas esas cosas, y que yo me tiraría a sus brazos y lo aceptaría así como si nada?
Después de todo lo que había pasado, esto era el colmo. No podía creer que Cristian hubiera sido más comprensivo y razonable que Cristofer.
¿Cómo lo había idealizado tan bien en este tiempo? Me sentí tonta.
–Escucha, Cristofer. No sé qué crees que por haber terminado con tu ahora exnovia, voy a llegar yo a aceptarte. Además, tú en ningún momento me has preguntado a mí que es lo que quiero. Solo has llegado sintiéndote demasiado y diciendo lo que tú quieres. –Lo señalé furiosa, acercándome a él y dándole empujoncitos en el pecho con el dedo que lo señalaba– Pero déjame decirte que por el momento no quiero una relación, y aunque no fuera así, estoy segura de que no quiero una relación con alguien como tú.
Se quedó estupefacto, asimilando todo lo que había dicho. Abrió y cerró la boca un par de veces.
–Oh. –Se volvió a quedar callado– Entonces… ¿amigos?
¿De verdad que no entendía mi punto? Me pasé la mano por la cara.
–No, Cristofer. No podemos ser amigos. Quizá con el tiempo podamos ser buenos compañeros, pero de momento, no quiero saber de ti. Adiós, Cristofer.
Me encaminé adentro y cerré la puerta sin esperar respuesta alguna.
Me dejé caer en el sofá. En este momento, una paz enorme me llenó el pecho.