Capítulo 11: Has vuelto.

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No lograba conciliar el sueño. Cada que cerraba los ojos, la imagen de Cristofer siendo lastimado provocaba que me levantara, sobresaltada.

Hasta que por fin, en la madrugada, después de tanto trasnochar, logré quedarme dormida. Pero el sueño no duró bastante. Alguien comenzó a zarandearme despacio. 

Abrí los ojos lentamente, parpadeando para acostumbrarme a la luz. Me senté en el sofá, y divisé a Lindy a mi costado. Llevaba entre sus brazos a su oso de peluche. 

–Buenos días, pequeña –solté un bostezo– ¿Dormiste bien?

–Sí –miró a los lados– ¿mi hermano aun no llega?

Le acomodé un mechón de pelo tras la oreja. 

–Aún no, pero no te preocupes, ya llegará –le tomé la mano– de seguro tienes hambre, ¿verdad?

Ella asintió, eufórica. 

– ¿Qué te gustaría desayunar?

– ¡Panqueques! 

Zarandeó sus bracitos por encima de su cabeza.

–Vayamos pues, que tú me ayudarás. 

Después de preparar el desayuno y terminar de comer, nos pusimos a jugar para matar el tiempo. La pinté con mi maquillaje y luego ella hizo lo mismo conmigo. El resultado no fue el esperado, pero no importó y me quedé así. 

Estuvimos jugando con la pintura, algunos peluches míos y almohadas, y otras cosas que había por la casa. 

Cuando nos aburrimos de jugar, decidimos ver películas e hicimos palomitas para comer mientras veíamos la película. 

Estábamos por la parte más emocionante, donde descubriríamos si la princesa lograba vencer al villano, cuando tocaron la puerta y gritamos del susto.

–Quédate aquí, iré a ver quién es. 

Me encaminé hacia la puerta, y observé por la mirilla. Al ver a la persona que se encontraba fuera, no dudé en abrir la puerta de un tirón y saltar a sus brazos. 

Me atrapó entre el asombro y la felicidad. Y yo no pude evitar soltar una que otra lagrima. 

Lindy, al oír el escándalo, se había acercado a donde me encontraba, y al ver a quien abrazaba, se puso a llorar también. La invitamos a nuestro abrazo sin dudarlo. 

Al separarme de él, le di un pequeño empujón, ya no me hallaba triste, sino enfadada. 

–Quiero una explicación Cristofer. 

Lo invité a pasar, y los tres nos acomodamos en los sofás de la sala. Yo me senté en el sofá individual, de cara al sofá largo donde habían decidido sentarse Cristofer y Lindy.

–Bien, te contaré todo. 

Tomó una inhalación, y se quedó viendo un punto específico de la mesa del centro.

–Todo empezó cuando salí de aquí. Bueno, no salí, sino que me sacaste –me dio una leve mirada, pero yo aparté la vista–. El caso es que fui a buscar a mi hermanita a casa de una amiga suya. Ya cuando nos dirigíamos a nuestra casa, sentí que alguien nos seguía, y comprobé que así era. Dimos unas cuantas veces para perderlos por un rato, y cuando tuve la oportunidad, mandé a Lindy aquí contigo. 

>>No pasó mucho en lo que volvieron a aparecer esos dos sujetos, y yo tuve que escabullirme a un callejón oscuro para que no notaran que mi hermana ya no estaba conmigo, y para que no trataran de buscarla. Vagué por largo rato, hasta que encontré a unos oficiales, quienes me ayudaron. Pero por desgracia, no pudieron atrapar a mis seguidores. 

– ¿Y por qué no viniste ayer mismo a mi casa?

Se puso al filo del sofá, y sujetó mi mano.

–Porque no quería que algo malo le pasara a Lindy o a ti. 

Sentí la cara arder. Lindy pareció notarlo, pues se tiró a reír. Y aunque el momento pudo haber sido incomodo, Cristofer y yo también comenzamos a reírnos.

❤☀

Loviu ;)

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