Sus palabras quedaron resonando en mi mente, y una sensación de calidez se alojó en mi pecho. Decir que me había sonrojado era poco.
Comenzamos a caminar a paso lento, conversando un poco mientras observábamos el entorno. Estábamos a una calle de llegar a mi hogar, cuando Cristofer habló.
–Britani, quería invitarte a un partido de futbol que habrá en la escuela mañana por la tarde, ¿te gustaría ir?
Consideraba que por ser un partido de la escuela, cualquiera podía asistir. Pero se me hizo un gesto lindo que me invitara.
–Claro, me encantaría ir.
Cuando cruzábamos, el cielo tronó, y en cuestión de segundos las gotas de lluvia comenzaron a caer sobre nosotros. Cristofer se sacó la chaqueta que traía puesta, me cubrió con ella, tomó mi mano de nuevo y comenzamos a correr.
Abrí el portón de la casa con prisa, y lo invité a pasar. No podía dejar que se fuera con esta lluvia, no después de que fuera muy amable en traerme.
–Tienes una casa muy linda.
–Emm si, gracias. –Me saqué la chaqueta húmeda y la colgué en la percha– ¿te gustaría tomar algo? Puedo preparar café, si te parece.
–Me parece bien.
Me siguió a la cocina, donde puse a funcionar la cafetera. Estaría en un momento. Me di la vuelta para observar a Cristofer, pero no me había percatado que se había puesto tras de mí, ocasionando que mi cuerpo chocara contra el suyo.
Estábamos tan cerca, que su respiración se mezclaba con la mía; me sonrió, e inclinó un poco su cabeza. Estaba a escasos centímetros de tocar mis labios, cuando la cafetera sonó.
–Lo siento, el café está listo –me giré rápidamente, tratando de recuperar la respiración.
Escuché que soltó un suspiro.
– ¿Cómo te gusta el café?
Deseaba quitar un poco el silencio incomodo que se había instalado en el ambiente.
–Con dos cucharadas de azúcar, gracias.
Le tendí la taza del café, mientras sostenía la mía, y lo invitaba a sentarse en un banco de la barra de la cocina.
Comenzamos a platicar un poco sobre la escuela, mientras tomábamos nuestro café. El ambiente había dejado de ser tenso, y se sentía cómodo estar con él. Poco a poco, la conversación se había vuelto más personal, y me había enterado hasta de los momentos más incomodos por los que había pasado en su infancia.
–Pero ya basta de mí, cuéntame un poco sobre ti –dejó la taza sobre la barra– ¿Qué haces en tu tiempo libre?
La verdad es que hasta el momento, no había descubierto algún pasatiempo para los días que tuviera libre. Después de todo, hacia un tiempo atrás, me la había pasado trabajando para poder juntar dinero y entrar de nuevo a la escuela.
Así que ¿Qué podría hacer cuando tuviera tiempo libre?
–Pues –dudé un momento– hasta ahora, me la he pasado con Valeria, de ahí en fuera, todo mi tiempo se ha ido en los estudios.
–Cierto –concordó– me da gusto que tengas una buena relación con Valeria, para el poco tiempo que llevan de conocerse, se ve que son muy buenas amigas.
Y así lo era, se había convertido en mi mejor amiga, y sabía que podía contar con ella para lo que fuera.
Después de eso, nos quedamos callados, solo disfrutando del café y del sonido de la lluvia.