Hoy ya era lunes, y no tenía los ánimos necesarios para asistir a la escuela. No después de lo que había pasado el viernes. La verdad, es que no quería verlo a él, solo me lastimaba y jugaba con mis sentimientos.
Si él en verdad me quería… Me lo pensé. Él nunca me había dicho que me quería.
Había sonado la alarma, pero estaba decidido, no asistiría a la escuela. Así que apagué el celular, y me volví a acostar; ya me levantaría cuando me diera la gana.
Me desperté varias horas después, cuando el hambre ya comenzaba a hacer mella en mí. Me dirigí a la cocina, me hice un desayuno ligero, y me encaminé hacia la sala. Miraría algo de televisión mientras comía.
Pero mientras me sentaba en el sofá, giré la vista hacia la ventana y… ¡estaba lloviendo!
Era maravilloso. Yo amaba los días de lluvia.
Terminé con prisas mi desayuno, subí a mi habitación y me cambié el pijama por algo más cómodo, até mi cabello en una coleta alta, y salí al patio.
Me puse a correr y a brincar entre los charcos de agua, jugando como niña pequeña. Uno de los motivos por los que amaba la lluvia, era porque me recordaba mucho a mis padres y a mi infancia.
Cada que llovía, mis padres y yo salíamos al patio y brincábamos entre los charcos. Cuando acababa la lluvia, comíamos helado de vainilla sentados en el porche de la casa.
Los días lluviosos eran mejores con buena compañía. Pensé en Valeria, no la veía desde el viernes, así que decidí que iría a verla cuando saliera de clases.
Cuando llegué a la hora de salida, me quedé esperando fuera del portón, no se me hacía buena idea eso de andar paseando por la escuela después de haber faltado a las clases.
Mientras esperaba, alguien tocó mi hombro por detrás. Al girarme, me encontré de frente con Cristofer.
–Hola, hoy no te vi en clases –comenzó–. Sobre lo de ayer, no era mi intención culparte por lo de…
Lo frené colocando mi mano en alto.
–Mira, Cristofer, sobre lo que pasó ayer, tu decidiste creer lo que quisiste. Y fue creerle a tu novia, y no pasa nada, tuviste tus razones. Pero ahora no me importan tus disculpas, solo déjame en paz. Por el momento no quiero hablar contigo, así que te pediré que me dejes en paz.
–Pero…
Vi salir a Valeria, así que me alejé sin esperar a escuchar lo que fuese a decir Cristofer. Cuando estaba cerca, noté que Valeria aún no se había dado cuenta de que estaba detrás ella, así que me acerqué lo suficiente y solté un gran:
– ¡Booo!
Valeria pegó un brinco y soltó un agudo grito. Me empecé a reír.
–No te asustes, Val. Solo soy yo.
Me dio un ligero empujón, pero también comenzó a reírse. Pasado el momento, me miró entre seriedad y preocupación.
– ¿Por qué has faltado hoy a la escuela? ¿Te encuentras bien?
–Bueno –me acomodé el abrigo que llevaba puesto– es una larga historia.
–Pues cuéntamela, tenemos un largo camino en lo que llegamos a tu casa.
☀❤
Los quiero con todo mi ♥ :)